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A una regular profundidad, veían el principio de la cubierta del comedor: un entarimado húmedo, en el que descansaban los brazos de dos grúas con sus articulaciones de ruedas dentadas, y del que surgían varios trombones de ventilador pintados de blanco con la garganta escarlata.

Primero tres fajas de inscripciones de caractéres africanos sobre fondo de ataurique; luego otra de recuadros con escudos de armas, sin mas blason que la banda diagonal usada por algunos reyes islamitas; despues un entrepaño menudamente trabajado de laceria formando estrellas y rosetones, en que alternan escudos y estrellas en escaques; encima una hermosa faja de lazo-laberinto, y por remate almenitas dentadas ornamentales.

En un rincón del molino, el árbol motor rodaba y rodaba como el genio del caserón; ruedas dentadas, correas tendidas de uno á otro extremo del local, transmitían el movimiento á las rechinantes muelas, á la tolva oscilante, con ruido seco, á una porción de artefactos de madera ó metal, que cantaban, crugían ó gritaban en hermoso concierto.

En efecto, las campanas de la arruinada basílica de Santiago penden ya de sus poderosos trabes, mutiladas y mudas, sirviendo de lámparas al culto del Koran despues de haber proclamado con sus clamorosas lenguas el culto del santo apóstol: las chapadas puertas del mismo profanado templo yacen tendidas sobre las pintadas vigas de alerce ; la gran catedral de Compostela, abierta, saqueada, llena de escombros, solo habla de ruina y desolacion á los devotos peregrinos de lejanas tierras; y la mezquita de la orgullosa corte musulmana se ostenta ensanchada, enriquecida, pintada, embellecida con mármoles y mosáicos, y esmaltes, y doradas cúpulas, y maksuras, y alfombras y un cuento de luces, y embalsamada con el azahar, el ambar-gris y el aloe, y ceñida con su cinto de torres, y festonada con sus dentadas almenas, y guardada con sus ricas puertas de piedra, estucos, mosáicos y bronces, y finalmente, hecha oasis, no de un desierto, sino de un paraiso, con las murmuradoras fuentes y los olorosos naranjos y las esbeltas palmeras de su atrio pensil. ¿Quién no habia de temer, si no el fin del mundo, por lo menos el fin del cristianismo?

Tornos enormes marcaban en la penumbra sus ruedas dentadas y mohosas, sus manivelas y maromas, como olvidados aparatos de tormento. Era la maquinaria oculta de las grandes representaciones religiosas. Con estos artefactos se izaba el grandioso dosel del Monumento de Semana Santa.

Bajo ojivas dentadas, estaban los sepulcros de los reyes más antiguos de Castilla y el del gran cardenal Mendoza. En los remates de la crestería, una orquesta muda de ángeles góticos, de rígida dalmática y plegadas alas, tañían laúdes, tiorbas y flautas. En la parte central de las pilastras confundíanse con las imágenes de los santos obispos las estatuas de personajes históricos y legendarios.

Por efecto de una constante elaboración de miles de años, habían formado las filtraciones en la masa calcárea extraños y monstruosos grupos silíceos, resguardados por las cortadas y dentadas puntas de las estalactitas que amenazaban nuestras cabezas, y las de las no menos irregulares estalacmitas, que unas veces alzaban sus brazos para acariciar á sus hermanas y otras atormentaban nuestros piés con sus tajadas crestas.

Allá, a lo lejos, cerca de la luna, alzábanse las cimas dentadas de las montañas, envueltas en finísimo cendal blanquecino. El sosiego y la hermosura de tal espectáculo despertaron en el alma de Andrés emoción suave.

Al entrar en las aguas de Sula, principiamos á admirar las innumerables bellezas madrepóricas del fondo del mar, cuyo lecho lo teníamos bajo la quilla á tres pies. Los rayos solares, al quebrarse en la masa de agua, esparcían sobre las dentadas y caprichosas combinaciones madrepóricas luminosos destellos, merced á los cuales explorábamos aquel extenso bajo.

El maquinista que construye un sistema de ruedas dentadas se ve precisado á corregir sus reglas teóricas á causa del roce y otras circunstancias procedentes de la materia en que construye: si le fuera posible ver de un golpe el seno de la naturaleza, descubriría en el roce por ejemplo, un nuevo sistema de engranaje infinitesimal, confirmando con admirable exactitud las mismas reglas, que una experiencia grosera le hacia creer desmentidas por la realidad.