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Actualizado: 9 de junio de 2025
6 Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que toda la gente de los hombres de guerra que habían salido de Egipto, fue consumida, por cuanto no escucharon la voz del SE
Reinaba el silencio en todas partes. El latir grave y acompasado del reloj era el único ruido sedicioso que turbaba la majestad de aquel silencio. Se había estremecido dentro de su armadura, como si quisiera despertar de algún sueño triste, y había exhalado un suspiro ronco: después se escucharon en lo interior de su vientre algunos ruidos huecos y mecánicos.
Todo esto lo debo á usted, gentleman decía con entusiasmo, mirándole á través de su lente .¡Si hubiese visto anoche con qué interés escucharon la descripción que hice de su persona más de veinte mil mujeres!... Y para que olvidase su abandono del día anterior iba describiéndole el aspecto del enorme público y las salvas de aplausos con que fueron acogidos sus períodos más elocuentes.
Por algunos segundos escucharon con recogimiento y ansiedad aquellos ecos formidables que hacían retemblar la tierra. La mesa se estremecía y el cristal de la vajilla y el de las arañas cantaban con agudo repiqueteo.
Los discursos de aquel día memorable dejaron indeleble impresión en el ánimo de cuantos los escucharon. ¿Quién podría olvidarlos?
Todos escucharon en silencio y embargados por la emoción, el breve relato que de sus desgracias les hizo. Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba: los chicos atónitos le decían estrechándole la mano: ¿No volverás a tener hambre ni salir a la calle sin paraguas, verdad tiíto?... yo no quiero, Manolita no quiere tampoco... ni papá, ni mamá.
Estas palabras, el grande afecto con que la mora las dijo, hicieron derramar más de una lágrima a algunos de los que la escucharon, especialmente a las mujeres, que de su naturaleza son tiernas y compasivas. Abrazóla Luscinda con mucho amor, diciéndole: -Sí, sí: María, María. A lo cual respondió la mora: ¡Sí, sí: María; Zoraida macange! -que quiere decir no.
30 Y alargaste sobre ellos muchos años, y los protestaste con tu espíritu por mano de tus profetas, mas no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra. 31 Pero por tus muchas misericordias no los consumiste, ni los dejaste; porque eres Dios clemente y misericordioso.
Desnoyers y los porteros escucharon su explicación entrecortada por hipos de terror. Los alemanes estaban en Villeblanche. Primeramente había entrado un automóvil á toda velocidad, pasando de un extremo á otro del pueblo. Su ametralladora disparaba á capricho contra las casas cerradas y las puertas abiertas, tumbando á las gentes que se habían asomado.
Ramiro observó adrede la pálida testa muerta de súbito y que, asida de los cabellos, fue mostrada hacia los cuatro lados de la plaza, en nombre del Rey. Entonces, con gesto amplio, magnífico, para que todos le vieran, quitose la gorra, exclamando: ¡Dios reciba tu alma, gran caballero! Dos alguaciles escucharon la frase. Uno de ellos quiso prenderle allí mismo; pero el otro le contuvo.
Palabra del Dia
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