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Actualizado: 7 de junio de 2025


También lo son nuestros padres y madres, que nos echan al mundo, y el escribano, que si anda de buena, no hay delito que sea culpa, ni culpa a quien se mucha pena; y por todos estos que he dicho hace nuestra hermandad cada año su adversario con la mayor popa y soledad que podemos.

Ignoraba también que cuando dejó de socorrer á su hijo, con la intención de que se acostumbrase á la lucha y á la pobreza, Jerónimo Martínez Montiño, que amaba al bastardo como si fuera su propio hijo, fué traidor al secreto por amor á don Juan. Un día llamó al escribano Gabriel Pérez, que ya estaba viejo, y le sedujo para abrir el cofre que le había dejado en depósito el duque.

Pues entonces lo confundo yo con otra cosa. Paréceme que en Madrid lo decir al señor licenciado Lobo, aquel famoso escribano...; pero no, seguramente se equivocó. ¿Conoces al Sr. de Lobo? me preguntó con inquietud. Ya lo creo; somos muy amigos.

No, madre mía, porque la cerradura estaba cubierta con un papel sellado, y en aquel papel había un testimonio de escribano con la fecha de veinticuatro años ha. Es necesario, necesario que me expliquéis todo eso... pero otro día... hoy estoy muy conmovida. Y yo... yo necesito ir á palacio, mi buena madre dijo doña Clara. ¡Esperad! ¡esperad un momento! La duquesa se levantó y salió.

-Agora, escribano -dijo Sancho-, yo que hay mucho que decir en eso. Y, en esto, llegó un corchete que traía asido a un mozo, y dijo: -Señor gobernador, este mancebo venía hacia nosotros, y, así como columbró la justicia, volvió las espaldas y comenzó a correr como un gamo, señal que debe de ser algún delincuente. Yo partí tras él, y, si no fuera porque tropezó y cayó, no le alcanzara jamás.

Y el alguacil y el escribano piden al hombre y a la mujer sus derechos, sobre lo cual tuvieron gran contienda y ruido, porque ellos alegaron no ser obligados a pagar, pues no había de qué ni se hacía el embargo. Los otros decían que habían dejado de ir a otro negocio que les importaba más por venir a aquél.

Su casa está tres puertas más abajo. El viejo echó dos pasos atrás y exclamó: ¡Verdad, amante!... Estoy metiendo la llave en casa de D. Justo el escribano... ¡Tendría gracia que fuera á sorprenderle en el cuarto de la criada!... ¡Ji, ji!... Toda la culpa ha tenido ese perdío de Velázquez... ¡Qué mona llevaba! ¡Superior! ¡pero superior!... Escucha, Ramón... no digas á nadie que me he equivocado, porque se van á creer que estaba borracho... ¡Ji, ji!... ¡Borracho el señor Rafael!... ¡Tendría que ver!... Adiós, Ramón... buenas noches... Chito ¿eh?... Buenas noches... Hasta mañana, si Dios quiere...

La señora y el caballero, acompañados de un escribano y de numeroso público, acudieron al templo donde había de verificarse el extraño juício, consintiendo en aquella prueba el seductor, pues, como dice Sánchez Gordillo: «Al caballero le pareció que así no le había de convencer, porque la imagen no había de contestar por milagro

De Lucban á Tayabas hay 12 km. y pico. Tayabas. Su antigüedad, Situación. Estadística. Pureza de raza El bambán grande. Fiebres palúdicas. Su remedio. Casa real, tribunal, iglesia y convento. Una Semana Santa en Tayabas. Riqueza de ornamentación. Correría histórica alrededor de un escribano de Pilatos. Fisonomías de los pueblos. Comparaciones. Indolencia. Supersticiones.

Enteróse por su parte el recién llegado campesino del deseo de ambos cenobitas, y en aquel mismo punto y hora hízoles donación del pedazo de terreno que necesitaban, asaz inculto por cierto; donación que se confirmó en 24 de Agosto de aquel mismo año de 1402, ante el escribano Martín Fernández de Plasencia. Por eso el modesto labrador Sancho Martín ocupa el primer lugar en la Crónica de Fr.

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