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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Seguía cayendo la lluvia y sobre las apretadas filas de cabezas cubiertas con faldas, mantas y alguno que otro paraguas, pasaban las rojizas llamas de los hachones tiñendo de escarlata las mojadas caras. Sonreía la gente bajo aquel temporal con la confianza del éxito; gozándose por adelantado con el terror del río apenas entrase en él la bendita imagen. ¿Qué no podría San Bernardo?
Después, con caras de malhumor, fueron saliendo a la explanada los viñadores, obligados a permanecer en Marchamalo para asistir a la fiesta. El cielo se azuleaba sin la más leve mancha de nubes. En el límite del horizonte una faja de escarlata anunciaba la salida del sol. ¡Buen día nos dé Dios, cabayeros! dijo el capataz a los jornaleros.
Le diría á la joven y á la pura, que contemplasen la letra escarlata que brillaba en su seno, que se fijasen en esa mujer, la hija de padres honrados, la madre de una criaturita que más adelante sería también una mujer, que recordasen que en un tiempo había sido inocente y que vieran ahora en ella la imagen, la encarnación, la realidad del pecado; y sobre su tumba, la infamia que la había acompañado en vida, sería también su único monumento.
Pero durante el resto de la vida de Ester, hubo indicios de que la reclusa de la letra escarlata era objeto del amor é interés de algún habitante de otras tierras. Se recibían cartas estampadas con un escudo de armas desconocidas en la heráldica inglesa.
Ester se había penetrado de este espíritu puramente moderno, adoptando una libertad de especulación, común entonces al otro lado del Atlántico, pero que, á haber tenido noticia de ello nuestros antepasados, lo habrían juzgado un pecado más mortal que el que estigmatizaron con la letra escarlata.
Y á pesar de todo, era un hecho real que á los ojos de las mismas personas que así hablaban, la letra escarlata producía un efecto parecido al de la cruz en el pecho de una monja, comunicando á la que la llevaba una especie de santidad, que le permitía atravesar con toda seguridad por en medio de cualquier clase de peligro. Si hubiera caído entre ladrones, la habría protegido.
Pero como en realidad Perla era al mismo tiempo una y otra cosa, pudo Ester imaginarse perfectamente que la apariencia de la niña guardaba completa semejanza con la letra escarlata.
LENGUA A LA ESCARLATA. Se toma una lengua de vaca, se frota bien con un paño; se frota con sal de nitro y se coloca en una cazuela de barro, cubriéndola bien de sal común, en la cual debe permanecer durante ocho días, dándole vuelta en cada uno y cuidando de que siempre quede cubierta de sal.
El lenguaraz intérprete Sa-Tó, que el general había mandado para ponerse a mi servicio, me explicó que las cartas del sello imperial anunciando mi llegada, se habían recibido hacía tiempo por conducto de los correos de la cancillería que atraviesan la Siberia en trineos, desciende sobre los lomos del camello hasta la Gran Muralla tártara, y entregan allí su maleta a esos corredores mongólicos, vestidos de cuero escarlata, que noche y día galopan hacia Pekín.
La primer cosa que notó en su vida, no fué la sonrisa de la madre respondiendo á lo que, como en otros niños de tierna edad, puede tomarse por una sonrisa, ó mejor dicho, embrión de sonrisa. No: el primer objeto que parece haber llamado la atención de Perla, fué la letra escarlata en el seno de Ester.
Palabra del Dia
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