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Actualizado: 6 de junio de 2025


Era necesario ver la multitud que se apretujaba bajo los pórticos de la iglesia, las jóvenes con su corpiño escarlata bordado de azul y con sus cofias, las viejas con sus capas que las tapaban por completo, los hombres con sus birretes negros, de los que se escapaban largos cabellos que caían hasta su ancho cinturón de cuero, del que pendía un largo cuchillo.

Este harapo de paño color de escarlata, pues los años y las polillas lo habían reducido en realidad á un harapo, y nada más, después de examinado minuciosa y cuidadosamente parecía tener la forma de la letra A. Cada una de las piernas ó trazos de la letra tenía precisamente tres pulgadas y cuarto de longitud.

Con gran sorpresa del autor, y habiéndole proporcionado, si cabe, mayor divertimiento que sorpresa, ha llegado á sus noticias que el bosquejo que sirve de introducción á LA LETRA ESCARLATA, relativo á la vida oficial de los empleados de la Aduana de Salem, ha sido causa de no poca algarada y agitación en la respetable comunidad donde vive.

Aquí, vista solamente por los ojos del ministro, la letra escarlata no ardía en el seno de la mujer caída. Aquí, visto solamente por los ojos de Ester, el ministro Dimmesdale, falso ante Dios y falso para con los hombres, podía ser sincero un breve momento. Dimmesdale se sobresaltó á la idea de un pensamiento que se le ocurrió súbitamente. ¡Ester! exclamó ¡he aquí un nuevo horror!

Cuando se publicó La Letra Escarlata recibió Hawthorne numerosas cartas de personas desconocidas que, ó habían delinquido, ó estaban en gran peligro de delinquir, y se hallaban padeciendo las consecuencias de su situación especial. Estas personas se dirigían al autor en solicitud de consejos, como si se tratara de un amigo experimentado, ó de un antiguo y venerable confesor.

Como si se recreara en su propia infamia aquella criatura perdida y llena de desesperación, había bordado la divisa fatídica en paño de color escarlata, con hilos dorados, y con todo el arte de que es capaz la aguja; de tal modo, que aquella A mayúscula podría haberse tomado por la inicial de la voz Admirable ó de otra por el estilo, excepto la de Adúltera, que realmente significaba."

Las dos de labradores se diferenciaban harto. En la primera se había buscado, ante todo, el lujo del atavío y la gallardía del cuerpo; las cigarreras más altas y bien formadas vestían con suma gracia el calzón de rizo, la chaqueta de paño, las polainas pespunteadas y la montera ornada con su refulgente pluma de pavo real; y para las mozas se habían elegido las muchachas más frescas y lindas, que lo parecían doblemente con el dengue de escarlata y la cofia ceñida con cinta de seda.

Allí brillaba la letra escarlata á manera de luz que derrama consuelo y bienestar: símbolo del pecado en todas partes, en la cabecera del enfermo era emblema de caridad y conmiseración. En casos tales, la naturaleza de Ester se mostraba con todo el calor que le era innato, y con aquella ternura y suavidad que nunca dejaban de producir el efecto deseado en los afligidos que á ella acudían.

Cierto es que á veces transcurrían semanas enteras sin que las miradas de la criaturita se fijaran en la letra escarlata; pero también es cierto que lo contrario acontecía cuando menos se esperaba, y siempre con aquella sonrisa peculiar y la extraña expresión de los ojos de que ya se ha hablado.

Y la mañana siguiente, la primera señal que dió la niña de estar despierta fué levantar la cabecita de la almohada y hacer la otra pregunta que de tan extraño modo había asociado á la letra escarlata: Madre, madre, ¿por qué tiene siempre el ministro la mano sobre el corazón? Cállate, niña traviesa, respondió la madre con una aspereza que nunca había empleado hasta aquel momento.

Palabra del Dia

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