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Actualizado: 10 de octubre de 2025
En donde menos se piensa se esconde la reacción fijando su ojo de tigre...» Tiene razón, tiene razón. Está muy bien comparado. «... ojo de tigre... en la libertad, para estrangularla. Los más temibles son los que, llegados a la cima del poder, hacen traición a sus antiguos ideales que les sirvieron de pedestal para escalar las grandezas...»
Para terminar: el pintor sevillano no llegó á escalar la región reservada á los genios; faltóle en primer lugar hondo sentimiento y espíritu para sus obras; pero fué un artista en conjunto bien digno de elogio por su obra general, y la dulce memoria que dejó como maestro de Zurbarán, de Alonso Cano, de Murillo y de tantos otros hará siempre que su nombre viva unido al de aquellos grandes hombres y la posteridad lo respete.
Pero mis sueños tomaron al instante otra dirección más práctica que la de escalar el convento y arrebatar de su celda a la hermana. En estos tiempos hay que contar con la influencia funesta que sobre la poesía ejerce la guardia civil. Si no se cuenta con ella es facilísimo dar un disgusto terrible a la familia.
Y tal vez, si el marido titulado es listo, el dinero de su mujer vale para auparle y le sirve de trampolín para entrar con desahogo en la vida política, escalar los puestos más altos y brillar y hacer brillar en ellos a su compañera.
Durante todo él estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcón. Cuando llegó la hora, dijo a su padre que le dolía la cabeza, para retirarse temprano.
Seguros de que no les seguirían, al menos por el momento, pues los indígenas del Continente sólo acostumbran atacar de noche, volvieron a escalar las rocas y bajaron después al campamento. Con gran sorpresa vieron que los trabajos no habían empezado aún, por más que ya el sol había salido. Los pescadores se habían retirado hacia las chalupas y discutían acaloradamente.
Llegó la noche hermosa y clara, aunque yo la hubiera preferido tan obscura y tormentosa como la que protegió mi primera expedición, pero la fortuna no quiso mostrárseme favorable. No obstante, contaba deslizarme lo más cerca posible al muro, para no ser visto desde las ventanas del castillo nuevo que daban a la parte del foso por donde me proponía escalar el puente.
Un gigantesco caballero de Santiago llegó á escalar los últimos peñascos, y derribando á tres arqueros de otros tantos golpes blandía de nuevo la tajante espada, cuando le asió entre sus nervudos brazos el animoso Sir Oliver. Forcejeando furiosamente ambos enemigos, y rodando por el suelo en mortal abrazo, llegaron al borde de la elevada planicie y cayeron despeñados en el horrendo precipicio.
El enorme contrabandista, montado en un altísimo rocín de musculosa y reluciente grupa, se volvió sonriendo para sí; agitó luego la espada con un ademán expresivo, y la tropa se perdió en los pinares. En aquel momento los alemanes, con las piezas de ocho, llegaban a la meseta y se formaban en batería, mientras que la columna de Framont trataba de escalar la ladera.
Aunque no quiera, ha de ver en el camino no recorrido, con difíciles pasos, nieves, grietas, obstáculos de todo género, una imagen del penoso camino de la virtud: esta comparación de las cosas materiales con el mundo moral se impone á su espíritu y le hace pensar: «A pesar de la naturaleza, he alcanzado éxito próspero: la cumbre está bajo mis plantas: verdad es que he sufrido, pero vencí, y cumplí mi deber.» Este sentimiento hace toda su fuerza en aquellos que han de llevar á cabo realmente la misión científica de escalar una cima peligrosa, ya para estudiar rocas y fósiles, ya para enlazar una red de triángulos y levantar el plano de una comarca.
Palabra del Dia
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