United States or Portugal ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Burr! hizo tiritando un hombre envuelto en una capa y calado un ancho sombrero, que había salido del balcón ; hace una noche de mil y más diablos.

Cinco mozos de Rivota y tres de Lorío le tenían envuelto y acosado como jauría de perros á un jabalí feroz. Quino, rodeando con la chaqueta su brazo izquierdo á modo de escudo, paraba y contestaba con habilidad los garrotazos que le dirigían, pues era diestro esgrimidor de palo. Llegó un instante, sin embargo, en que los golpes menudeaban de tal manera que le fué imposible pararlos.

Siempre te creí inocente. ¡ tan bueno, tan dulce, que de pequeño nos asombrabas a todos con tu bondad; que ibas para santo, como decía nuestra pobre madre!, ¡matar ! ¡Y tan traidoramente, por medio de artefactos del infierno...! ¡Jesús! Y el Vara de palo calló, como aterrado por él recuerdo de los atentados en que habían envuelto a su hermano.

Aparentemente, con ocultar aquellos libros se borró en la familia la idea de que Pepe había tenido que renunciar a la carrera: doña Manuela, que era buena, pero poco avisada, sintió cierta amargura; la resolución de su hijo la entristeció, por ser señal inequívoca de grandes privaciones: «El pobre ha tenido que dejar los estudios» decía, sin poder profundizar todo lo que en esta frase iba envuelto.

Era preciso á toda costa evitar el crimen que no tardaría en perpetrarse, si no se había perpetrado ya; pero ¿cómo? Quiso pensar en algún medio, mas no pudo. Las ideas le daban vueltas en la cabeza. No acertaba á sacar nada en limpio de su meditación ansiosa. Adivinaba la existencia de algún pensamiento salvador, pero estaba envuelto en tan tupidas gasas que no percibía de él absolutamente nada.

Para esto fué preciso abrir la ventana: en el momento que lo hice, aunque abrigado por ella, sentíme como envuelto en un torbellino, medio ensordecido por la horrible fuerza de un ruido parecido á un cañonazo, á varios cañonazos que sin interrupción hubiesen disparado en mis oídos.

No murió don Manuel del pesar de que hubiese muerto su hijo, aunque bien pudo ser; sino que dos años antes, y sin que Manuelillo lo supiese, se sentó un día en su sillón, muy envuelto en su capa, y con la guitarra al lado, como si sintiese en el alma unas muy dulces músicas, a la vez que un frescor húmedo y sabroso, que no era el de todos los días, sino mucho más grato.

Al darse cuenta quiso retroceder, y entonces fué cuando vió venir por la acera opuesta al teniente Martínez, en la misma dirección que seguía él momentos antes. Le pareció más alto, más fuerte, como envuelto en un halo de gloria. Su uniforme era el mismo, rapado y envejecido por varios años de guerra, pero el príncipe lo vió enteramente nuevo y con un brillo deslumbrador.

El único balcón en que se veía luz era el de la señora Chermidy, que estaba en el piso bajo: Mantoux comprendió que le esperaban. Sacó un manojo de llaves falsas que había envuelto en un trapo para que no hiciesen ruido, pero no tuvo tiempo de emplearlas. La señora Chermidy le abrió la puerta. Habla en voz baja dijo . Le Tas acaba de dormirse.

Olvidaba los libros, despreciando su porvenir: ya no pensaba en cantar misa. ¿Qué le importaba su carrera viendo a la Iglesia en peligro y próxima a desvanecerse la poesía soñolienta de los siglos que le había envuelto desde la cuna como una nube perfumada de incienso viejo y rosas marchitas...?