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Actualizado: 20 de junio de 2025
Luchando con algunas dificultades en el manejo de este instrumento, Flora logró arrancarle una melodía recalcitrante, acompañándola el Inocente con los palillos. La pieza que coronó la velada fue un rudo himno de misa campestre que los novios, entrelazadas las manos, cantaron con gran entusiasmo y vehemencia.
Después venían los hornos para hacer el cok, que extraían del carbón, el alquitrán y el amoníaco. Luego pasaron por el desembarcadero de la hulla. Un vapor de la casa estaba atracado á la riba, tan hondo por el descenso de la marea, que sólo se le veían la chimenea y los mástiles. En aquélla destacábanse pintadas de rojo las enormes iniciales entrelazadas de Sánchez Morueta.
Del césped que la cubre crecen algunas plantas salvajes; y en su base, alrededor de la cristalina fuente, se han agrupado grandes árboles, cuyas ramas entrelazadas se balancean armoniosa y rítmicamente, impulsadas por la brisa. Todo es apacible y encantador en ese pequeño rincón del universo.
Vió en una plaza las estatuas de cuatro reyes de España... Pero todos estos recuerdos sólo le inspiraron un interés fugaz. Le preocupaban el movimiento extraordinario de las calles, el gentío formando grupos para escuchar la lectura de los periódicos. Muchas ventanas tenían banderas nacionales entrelazadas con las de Francia, Inglaterra y Bélgica.
Aparece la señorita Terpsy. Es una mujer alta, de cuarenta años, con rasgos un poco cansados, pero muy regulares. Está vestida con una especie de peplo grisáceo, que cubre un traje de malla de color de carne; piernas y brazos desnudos, pies calzados con sandalias entrelazadas; el peinado rojo de la señorita Terpsy está sujeto con bandeletas de oro.
Por el espacio de dos dias continué, pero en descenso, por la cresta de las mismas montañas, bajo una bóveda perpetua de ramas entrelazadas que forman una masa de veredura impenetrable al sol, y llegué á la poblacion de los salvages Yuracarees, quienes me acogieron perfectamente en sus cabañas, manifestándose decididos á cooperar á mis proyectos.
Qué le pasó entonces por las regiones aletargadas del cerebro; qué revoltijo de ideas incongruentes y de bizarras imágenes le poseyeron, no se sabe a ciencia cierta; pero es cosa averiguada que a las altas horas de la noche, saliendo de repente de su batalla y poniendo las manos entrelazadas debajo del cogote, exclamó para sus adentros, en estado ya de perfecta lucidez: ¡Carape! ¿Será verdad que yo soy bastante buen pintor de acuarelas, y que dibujo muy bien?
Luego sentí mis manos entrelazadas, y sobre mi frente el hálito de una respiración ardiente. En el primer momento, la loca idea de que Marta se había acordado bruscamente de su antiguo amor, le pasó quizá por el cerebro; pero un minuto después, me había reconocido. ¡Por amor de Dios, criatura! exclamó. ¿Qué ocurre? ¿Qué es lo que te trae? ¿Nadie te ha visto? Di, ¿nadie te ha visto?
Las afiladas hojas de la fresa silvestre y las entrelazadas ramas de las guayabas, obligaron más de una vez á que se hiciera uso de la cuchilla para dejarnos paso en aquellos estrechos desfiladeros apenas hollados por humana planta.
Su elección quedó hecha en un momento y se dirigieron, entrelazadas las manos, hacia la luz, en busca del amor, abandonando ella para siempre el claustro, olvidados ambos por el momento de sus pasadas tristezas. El anciano padre Cristóbal bendijo poco tiempo después su unión en la iglesia del Priorato de Salisbury.
Palabra del Dia
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