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Actualizado: 16 de junio de 2025
Basilio, para no perder de vista á Simoun, quiso fijarse en el cochero, y con asombro reconoció en él al desgraciado que le había conducido á San Diego, á Sinong el apaleado de la Guardia Civil, al mismo que le enteraba en la carcel de cuanto había sucedido en Tianì. Conjeturando que la calle Anloague iba á ser el teatro, allá se dirigió el joven, apresurando el paso y adelantándose á los coches.
Vigilaba sus comidas, asustándose mucho si no mostraba apetito; al verle estudiando, recorría las ventanas para que no entrase aire, se enteraba de la temperatura exterior antes de dejarle salir, para determinar si debía ponerse bufanda, ó el carric gordo, ó las botas de agua; cuando dormía, andaba de puntillas; le llevaba á paseo los domingos, ó al teatro; y si el angelito hubiese mostrado afición á juguetes extraños y costosos, Torquemada, vencida su sordidez, se los hubiera comprado.
La señora de López Moreno no se enteraba de nada de esto, ocupada en dar gracias, enternecida, al general y a la duquesa... El sueño dorado de toda su vida, ser recibida en Palacio, iba a realizarse, y no le parecía cara tamaña honra, al precio de una oreja desgarrada y una dehesa perdida.
Inmediatamente que se enteró del acontecimiento cuando trajeron luces y vió las poco correctas posturas de los dioses sorprendidos, Ben Zayb, lleno de indignacion y ya con la aprobacion del fiscal de imprenta, fué corriendo á su casa un entresuelo en donde vivía en república con otros para escribir el artículo más sublime que jamás se haya leido bajo el cielo de Filipinas: el Capitan General se marcharía desconsolado si antes no se enteraba de sus ditirambos y esto, Ben Zayb que tenía buen corazon, no lo podía permitir.
Una vez cada año, el día de San Juan Bautista, se hacía la visita de inspección, como si dijéramos, por todos los establecimientos de confitería, y era de ver con qué gravedad y ceremonia el teniente de Asistente, acompañado por el escribano de cabildo, examinaba cacerolas, calderos, medidas y moldes, se enteraba del estado de los productos y se informaba prolijamente del personal y de su pericia para elaborar las delicadas confituras.
En vano iba conferenciando con todas las niñas casaderas de la población, para arrancarles la promesa de asistir, lo cual, en verdad, no le costaba gran trabajo. Mas en cuanto el papá se enteraba, fruncía el entrecejo y decía gravemente: Ya veremos, don Mateo, ya veremos. Este veremos significaba, las más de las veces, una prudente abstención.
El arte para ella era un recreo, una distracción: nada tenía que ver con el problema serio de ganar el sustento, que aún no estaba resuelto. Así que no podía menos de mostrar su indiferencia cuando se trataba de la escultura. En cambio se enteraba con gran interés de cualquier empleo vacante de que le hablasen. Mario notaba esta indiferencia y no podía menos de sentirse entristecido y desalentado.
El dependiente se creía bien retribuido, considerábase feliz pensando que hacía seis años nada más, ganaba mil quinientas. Todos los días, antes de dar su paseo matinal y emprender sus visitas de negocios, daba el duque una vuelta por el despacho de Llera, se enteraba de los asuntos y conversaba con él un rato largo o corto según las circunstancias.
Espiaba sus actos, escuchaba sus dichos, asaltaba sus dormitorios, revolvía sus equipajes, les abría los cajones, se enteraba de sus cartas y les robaba las novelas que después devoraban las otras..., porque tenían novelas y algunas profanidades más, que eran contrabando allí; y, no conformándose con esto sólo, relataba historias desvergonzadas ¡y hacía unos comentarios!
El doctor la entretenía, se enteraba pacientemente de sus murmuraciones sobre las amigas, la daba consejos acerca de vestidos y joyas, recordando in mente sus tratos con ciertas amigas de París, encargaba para ella periódicos de modas, y halagaba su vanidad, afirmando que era la señora mejor vestida de Bilbao.
Palabra del Dia
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