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Actualizado: 22 de junio de 2025


No haga usted caso de patrañas, hija mía, no crea en otro amor que en el espiritual, o sea en las simpatías de alma con alma... La prójima adivinaba más que entendía esto, que era contrario a sus sentimientos; pero como lo decía un sabio, no había más remedio que contestar a todo que .

Si por olvidar entendía Lituca dejar de sentir hondamente, entendía muy bien, porque el corazón humano, tierra miserable al fin, necesita del concurso de los sentidos para conservar el calor de los afectos que le animan, y aun así se apaga la hoguera con el tiempo; pero si por olvidar entendía borrar de la memoria, se equivocaba grandemente en aquel caso.

Tan pronto como hubiera tomado parte en las deliberaciones de familia, mi deber sería no proceder en contra de sus designios. Y no podía contribuir a la salvación de mi pobre hermana, como lo entendía y siguiendo el plan que había concebido, sino a condición de fingir una ignorancia absoluta. Muy pronto vi en qué estado estaban las cosas.

, Rorró, prosiguió conmovida así entendía estas cosas tu papá; así las entendía tu abuelito. Mira; oye mis consejos, que no te irá mal. Aunque eres pobre te casarás, , porque no te has de quedar soltero, como don Román, tu maestro, ni has de ser sacerdote. Te casarás, y... ¡cuánto le pedimos a Dios que hagas buena elección!

Y si alguien osaba decirme entonces que Getafe no era una nación, yo le preguntaría qué es lo que él entendía por tal y, como no podría definirme el concepto de nación, le habría reducido al silencio. El nacionalista a quien he aludido antes tiene de las naciones una idea mucho más respetuosa que la mía. Pero usted mismo me dice ; usted es un celta. No le respondo . Yo no soy un celta.

Todo se le podía perdonar, menos aquel capricho desatinado de enamorar a la hija de Gregoria, que le despreciaba hasta el punto de no haberle jamás dirigido la palabra, como que le dejó en mantillas... y hasta la fecha. Pero él no entendía de razones. Era un muchacha que no tenía pies ni cabeza. ¿Sabes a qué hora llegó anoche?... hoy, mejor dicho: ¡a las tres y treinta y cinco!

El otro Napoleón, el de Sedán, podía haberse refugiado en Bélgica, abandonando á sus tropas, como lo había hecho el triste César germánico; pero, enfermo y desfalleciente sobre su caballo, prefería galopar solo á lo largo de una carretera barrida por los cañones, esperando la granada que lo hiciese pedazos. Así entendía Toledo el honor militar, así había sido aceptado en todas las épocas.

Recuerdo que cuando llegó al país, tenía un gran mono doméstico, que vestía de criado, y con el que se entendía perfectamente. Este animal era una verdadera peste para la comarca, y sólo un hombre sin educación y sin decencia podía ocuparse en disfrazarlo.

Y como el chino no entendía de gustos femeniles y quería ser galante, pidió los tres mejores brazaletes que el joyero tenía, que costaban de tres á cuatro mil pesos cada uno.

Los reconocía únicamente por su sombrero de fieltro con cuatro hoyos simétricos y terminado en punta. ¡Hermosos muchachos, sanos, fuertes y con aire de buenos! A algunos les encontraba cierto parecido con Alberto. ¡Vivan los Estados Unidos! Se entendía con estos soldados por medio de gestos y de guiños, más que por palabras. Pero esto importaba poco.... ¡Cuando hay simpatía y buena voluntad!...

Palabra del Dia

rigoleto

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