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Pues bien, decidme, si corren sobre mi persona historias absurdas y falsas, ¿no tendré razón de pensar que me ayudaréis a desmentirlas? , señora respondió Juan con extrema vivacidad, hacéis bien en pensarlo. Pues a vos me dirijo, señor. Sois soldado, debéis tener valor; prometedme ser valiente; ¿me lo prometéis? ¿Qué entendéis, señora, por ser valiente?

No tengo ahora la cabeza para cuentas, pero creo que arreglando tus negocios todavía salvaré algún piquillo de tu embrollada fortuna, y con esto y lo que yo os daré podréis vivir como viven esas personas honradas y modestas a las que llamáis cursis despreciativamente.... Seréis cursis, ¿lo entendéis?

¿Y luego?... porque supongo que querrás que él entre solo. , , es verdad; me olvidaba; entradle hasta aquí á obscuras; que no pueda ver la desnudez de esta casa; además, esa obscuridad tendrá para él algo de misterioso, y esta habitación le parecerá mejor. Luego, Manuel, necesito que nadie me escuche; ¿lo entendéis? Nadie te escuchará, hija mía dijo dolorosamente el bufón.

Fray Luis de Aliaga, me habló de muchas cosas graves que no vienen á cuento... pero tened presente que mi buen confesor estaba solo conmigo. Interrumpióse el rey, y la duquesa, por toda contestación, volvió á abrir desmesuradamente los ojos. Estaba solo conmigo y encerrado continuó el rey , ¿entendéis bien, duquesa? solo conmigo y encerrado... , , señor, entiendo á vuestra majestad.

Cuando hubo acabado de escribir, entregó el papel á Montiño. Tomad, idos le dijo ; á las ocho todo ha de estar dispuesto. ¿Lo entendéis? ¡Adiós, señora, adiós! dijo Montiño, y salió apresurado, porque le parecía que saliendo de allí, se libertaba del horrible compromiso en que se veía metido. Pero al abrir la puerta se encontró delante al tío Manolillo.

Si decis que este ser es único, ó que no hay otro de su clase, convenimos con vosotros; solo os advertiremos que tomais el nombre de substancia en un sentido impropio. Pero en el fondo la diferencia estará en el nombre; y para entendernos perfectamente, solo nos será necesario saber que por substancia entendeis un ser absolutamente necesario, y por tanto absolutamente independiente.

¿Vuestra majestad me despide de su servicio? dijo, sobreponiendo su orgullo á su turbación, la camarera mayor. Creo, Dios me perdone, que os atrevéis á reconvenirme porque os reprendo. Yo... señora... Me he cansado ya de sufrir, y empiezo á mandar. Continuaréis en mi servicio, pero para obedecerme, ¿lo entendéis? Señora... mi lealtad...

17 Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿No consideráis ni entendéis? ¿Aún tenéis ciego vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no os acordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos alzasteis?

Esta la rechazó con violencia, diciendo: «Haced saber á vuestra soberana que yo no ofrezco por nadie, ¿lo entendeis?». Con el dinero y la respuesta volvió la mensajera á la reina, quien en alto grado sintió un desaire tan marcado; mas tratando de refrenar su enojo, se contentó con pagar aquel con otro mayor, que era el no ofrecerla la salida de la iglesia antes que á la real comitiva.

Si al recorrer los extensos tubiganes y cocales que rodean á Tayabas oís plañidera guitarra y dirigís vuestros pasos en busca del tañidor; si al llegar al cerco de la casa donde salen los acordes, veis los tapancos y caranes alzados, notando en el interior profusión de gente que con gran silencio escucha á una india que perezosamente canta y baila al son de la guitarra, siguiendo con gran cuidado las ondulaciones de su cuerpo, el equilibrio de una taza que mantiene en la cabeza; si de cuando en cuando el silencio de los que escuchan es sustituído por el característico grito de alegría del indio y á veces con un palmoteo semejante al que acompaña las canciones andaluzas; si subís la escala de caña y bejuco y tomáis asiento entre aquella reunión, que sin preguntaros quién sois, ni quién os presenta, os acoge con cariño y os da lo que tiene; si entendéis el tagalo y lleváis algún tiempo en el país, desde luego comprenderéis que á vuestra llegada se bailaba y cantaba el cumintán. ¿Qué es el cumintán? dirán aquellos de nuestros lectores que no conozcan las costumbres tagalas.