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Actualizado: 10 de junio de 2025
Más encantadores son aún estos dramas pequeños de la naturaleza inanimada, cuando toman parte en ellos animales ó plantas. Atraído por lo tibio del aire, acércase revoloteando la mariposa, mientras la planta, caída con la tierra desmoronada desde lo alto de la roca vecina, aprovecha el corto reposo de vida para arraigar otra vez y enseñar al sol su última corola.
Hablaban del colegio, que había dado su examen en aquella semana, y dejaba a Sol libre durante dos meses: y a Sol no le gustaba mucho enseñar, no, «pero sí me gusta: ¿no ves que así no pasa mamá apuros? ¡Mamá!». Y Sol contaba a Lucía, sin ver que a esta al oírlo se le arrugaba el ceño, cómo inquietaban a doña Andrea los cuidados de Pedro Real, de que no hablaba la señora, porque la niña no se fijase más en él; pero ella no, ella no pensaba en eso.
Que no se te conozca, Bernardino se decía, es preciso mostrar cara alegre, disimular, enseñar los dientes al público imbécil, que te mira curioso, para burlarse de tu desgracia, si descubre su huella en el semblante; haz cuenta que estás en las tablas de un teatro, y que todos te observan y siguen los movimientos: aplomo y serenidad.
Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia y se la pueden enseñar á todo el mundo ... algo mejor que los de acá abajo...; ¡flojones, más que flojones!, que se han dejao ganar tres regatas de seguido por los callealteros.... Esa es la rescoldera que á usté le pica; pero por más pedriques que echen en Miranda y más velas que pongan á los Mártiles, San Pedruco el nuestro los ha de echar á pique.
Usted ha hecho por su ingenio y con su conversación que yo le trate como a un amigo, y me he tomado la libertad de enseñar a Vd. lo que no debía. ¿Quiere Vd. decir que ha enseñado joyas a un mendigo? No, Pepe; eso me lastima. Paz se dolió de aquella respuesta, y desviando de él la mirada, guardó silencio; mas su actitud y la expresión de su semblante no indicaron enojo, sino amargura.
También se preciaba D. Paco de enseñar a sus discípulos acertadamente la historia antigua y moderna, aunque sabemos por documentos de autenticidad incontestable, que en sus explicaciones nunca pasó más acá del arca de Noé. Era, sí, muy fuerte en la vida de Alejandro el Grande, y podemos asegurar que poseía en altísimo grado un arte que no a todos los mortales es dado cultivar con regular acierto.
No digo eso, Sandoval, contestaba Pecson sonriendo hasta enseñar su muela de juicio; el General para mí tiene propio criterio, esto es, el criterio de todos los que están al alcance de su mano... ¡Eso está claro! ¡Dale bola!
1 Y fue, que acabando Jesús de dar mandamientos a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos. 2 Y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, 3 diciendo: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 4 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis:
Pues en vez de enviárselas usted a la mujer, se las envía al marido... Es la única manera de practicar en este asunto la obra de misericordia de enseñar al que no sabe. ¡Magnífico! exclamó el gobernador, admirado de la maquiavélica política de su excelencia.
Un día le abordó, sonriéndole con expresión protectora: Vas a tener, Gabrielillo, antes de lo que piensas, el premio de tu buena conducta. ¿No te dije que buscaría algo para ti, a cambio de que me ayudases a enseñar el Tesoro? Pues ya lo tienes.
Palabra del Dia
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