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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Fortunata quiso sobreponerse a aquel suplicio, y sacudiendo la despeinada cabeza, como para alejar y espantar una convicción que quería penetrar en ella, le dijo: «¿Qué historias me vienes a contar ahí?... Déjame en paz». Esto que te cuento no es un enredo; es verdad. Ese hombre está enamorado de otra mujer, y la conoces. Aprende, pues.

Sin embargo, al cabo de algunos días, tanto insistió Amalia y tan buena maña se dio, que el noble caballero principió a fijarse en aquellos signos y a darles algún valor. La valenciana sintió el placer del triunfo. Sus cálculos iban camino de realizarse. Y para dar impulso poderoso y decisivo a su enredo, ocurriosele en el momento una treta peregrina.

En esta última se refiere dramáticamente la manera con que un caballero, para vengarse de un enemigo sagaz y de difícil acceso, se finge loco, como sucede por igual motivo en el Hamlet; pero éste es el único punto de semejanza que hay entre la comedia de enredo española y la tragedia inglesa.

Genio y hada se proponen que príncipe y princesa se conozcan, se enamoren y se casen, y los medios a que recurren para lograrlo constituyen el enredo de la mencionada historia.

Después de durar largo tiempo esta confusión, y cuando el alcalde no sabe qué hacer, el agente del Prior de Ocrato revela de improviso todo el enredo, esperando escapar así del castigo que le aguarda.

Se denomina En Madrid y en una casa, y concuerda hasta tal punto con las comedias fidedignas de Tirso en lenguaje, plan y exposición, que, á mi juicio, ha de considerársele como su verdadero autor. La comedia á que aludimos, es de las mejores que se conocen, distinguiéndose por su enredo, perfectamente trazado; por su complicación, y, á pesar de esto, por su claridad extraordinaria.

¡Perdonar! veré si perdono dijo Quevedo adelantando, meditabundo, en la habitación donde le habían dejado encerrado ; ¡esperar! ... tal vez... espero... espero... he entrado con buena suerte en Madrid... y vamos... ... yo no creía... me ha puesto de buen humor esta pobre condesa, y he encontrado á ese noble joven por quien únicamente vengo á Madrid. ¡Casualidades! una mujer que puede servirme, un joven á quien tengo el deber de servir, y una carta que no lo que contiene, pero que veré leer; y ver leer, cuando se sabe ver, es lo mismo que leer ó mejor... ¡pues bien, mejor! y la tapada que ha acompañado ese valiente Juan... y las estocadas de ese caballero con don Rodrigo Calderón... ¡enredo! ¡enredo! ¡y del enredo dos cabos cogidos! esta misma espera me ayuda; esperemos, pero esperemos pensando.

Tu tío José Izquierdo, de compinche con otro loco, le hizo creer que un chiquillo de tres años que consigo tenía, era nuestro Juanín. Mi mujer perdió la chaveta, quiso adoptarlo y nada menos que llevárnoslo a casa. Por pronto que se descubrió el enredo, no se pudo evitar que tu tío le estafase seis mil reales. Tie gracia. Ya sabía yo esa historia.

Y se le enredó en los pies, haciendo eses con el cuerpo. «Parecía que el gato sabía ya algo de aquella traición». El sofá donde solía sentarse Ana llamó al Magistral con la voz de los recuerdos. En un extremo del asiento había un muelle algo flojo, la tela estaba arrugada; allí se sentaba ella. De Pas se sentó en la butaca al lado de aquella tela floja.

Casa con dos puertas se distingue por el ingenio extraordinario de su autor, puesto que, de un motivo muy sencillo, forma una fábula con extremo complicada, y notable, sin embargo, por su claridad. La dama duende ha sido una de las obras más aplaudidas de Calderón por la delicadeza y moralidad de su enredo, y á la vez por la gracia inimitable de todas las escenas.

Palabra del Dia

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