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Actualizado: 10 de junio de 2025
Ennegrecidas y sudorosas las piedras por la humedad, brillaban cual si fuesen bloques metálicos. La vegetación tropical movía las anchas manos de sus hojas goteantes. Hundíase la cascada en una pequeña laguna, corriendo después, espumosa y susurrante, por los pendientes canalizos entre las peñas.
La antigua Marsella, al norte del magnífico puerto, se distingue por sus calles estrechas, irregulares, divididas en pequeñísimas porciones, sucias en extremo, con casas ennegrecidas y horribles y con una poblacion que cruzan en incesante movimiento grupos de marinos, numerosas turbas de obreros y carreteros, lavanderas con trajes extravagantes, mujeres perdidas, mil mendigos y todas las clases inferiores de la opulenta Marsella.
Esos muros, esas arcadas revestidas de hiedra, esos zócalos musgosos, esas columnas ennegrecidas, esos vagos relieves, esos frisos ruinosos, esas cornisas rotas, ese naufragio, esa ruina, esas piedras grises, ¡ay! ¿es esto todo lo que queda de famoso y de colosal? ¿es esto todo lo que las horas corrosivas han perdonado, todo lo que ellos nos han dejado al Destino y a mi? «No.
En la parte posterior del presbiterio, allá en lo alto hay una doble línea de estátuas ennegrecidas por los siglos: se conmueve, se estremece el cristiano al verlas á la luz del crepúsculo suspendidas en el muro.
Blancas las paredes del lado del Poniente; las orientales, pardas, ennegrecidas por los vientos salobres de la Costa. Las enredaderas, que trepaban por la torrecilla hasta prender sus tallos en la cruz de hierro, hacían gala de sus festones floridos, y en las cornisas, en los tejados, en los árboles, friolentas palomas, pichones tornasolados, esperaban la noche para recogerse al amoroso nido.
Del callejón se salía al portal de la Antigua; hendidura estrecha y lóbrega de la muralla que bajaba por una rampa en zig-zag al camino real. La casa de Arcale era un caserón de piedra hasta el primer piso, y lo demás de ladrillo, que dejaba ver sus vigas cruzadas y ennegrecidas por la humedad.
Siempre que comparo la casa destrozada, pero sana y bien orientada, situada en un valle ameno como los de Suiza, donde pasé los primeros años de mi casamiento, con esas casas ennegrecidas por el humo, con esas chozas cubiertas de heno y retama, siempre que veo esas mujeres más laboriosas y más resignadas que yo, a pesar de carecer de pan y abrigo para ellas y para sus hijos, me considero demasiado favorecida y privilegiada por la bondad de Dios.
Entónces el espectáculo hace comprender el secreto de la grandeza británica y del progreso de todos los pueblos, la libertad, que hace aglomerar sobre un solo rio millares y millares de navíos y vapores, entre cuyos arbolajes y ennegrecidas chimeneas flotan al viento del libre cambio las banderas cosmopolitas que distinguen sobre los mares á todos los pueblos de la humanidad.
Cabello enredado y mugriento, frente oprimida, ojos dilatados y tristes, mano tostada y sucia, uñas ennegrecidas, cara chupada, pómulos salientes, tez arrugosa, fisonomía mústia, todo está allí con una ingenuidad que sorprende. Es un chiquillo que nunca ha conocido á su madre, que desde que nació pide limosna.
Son de forma apuntada en ondas semicirculares, adornados de arabescos iguales á los de la mezquita, y á uno de ellos le sostienen dos columnas de once palmos de altura, que aunque maltratadas y ennegrecidas, manifiestan ser de mármol de Albalate: los restos de una de sus bases acreditan haber sido de alabastro de Escatron.
Palabra del Dia
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