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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Cuando en la tradición ó en la historia se encuentra un enredo enmarañado de sucesos y situaciones, un caos confuso que haría vacilar á otro cualquiera, Lope lo distribuye sin trabajo, separa de él lo superfluo ó perjudicial, y le imprime orden, enlace y orgánica dependencia.

Y aún es más extraño y más deplorable que, al negar en el día lo maravilloso que consuela y que eleva los corazones, no suele buscarse lo llano y lo sencillo, sino otro maravilloso, que quiere limitarse á ser natural, y que es desconsolador y mil veces más enmarañado que todas las teologías y que todas las mitologías.

Volvimos á ganar á través del enmarañado soto, el sendero trazado en el bosque y descendimos hacia el río. Antes de marcharme dijo la joven quiero mostrarle la catarata, tanto más, cuanto que á mi turno pienso proporcionarme una pequeña diversión. ¡Ven, Mervyn! ¡Ven, noble perro mío! ¡Qué bello eres, eh! Muy luego nos hallamos en el ribazo frente á los arrecifes, que bordean el lecho del río.

Todos estos diálogos, y otros muchos por el estilo, oía don Simón a su entrada en los Ministerios, mientras se abría paso entre aquel enmarañado laberinto de pretendientes y otorgantes; y en semejante ocasión, como era bastante novel en el tráfico para haber perdido el rubor por completo, solían saltarle a la cara algunas chispas de él..., lo cual no le impedía llegar con sus peticiones al punto en que habían de ser atendidas.

Allí todo es hóstil, hasta el aire que se respira: tan pronto como se pierde de vista la ciudad y empieza el interminable y cada vez más escabroso camino de la sierra, se experimenta esa sensación de malestar que produce siempre la cercanía del peligro: los árboles, los peñascos, la selva virgen, el boscaje enmarañado, el negro abismo que obliga á cerrar los ojos para sustraerse al vértigo... y la soledad, la horrible y angustiosa soledad que oprime el corazón y pueblo el cerebro de horripilantes imágenes y el alma de tristes presentimientos.

Los ojos pequeños, la nariz agarbanzada y la desabrida sonrisa del capellán apenas se abrían paso por tan enmarañado bosque de pelos. La boina blanca caída de un lado parecía impedir con su peso que el cabello, no menos áspero que la barba, tomase la dirección del techo, como un escobillón que se cree ciprés.

Aquella imagen o representación comía y bebía, o mejor dicho, cenaba: era nada menos que la Cena. Cristo y los doce apóstoles de bulto estaban sentados a la mesa; Cristo echaba la bendición, San Juan se dormía sobre el hombro de su Divino Maestro, y el feísimo y traicionero Judas, con enmarañado pelo rojo, metía la mano en el plato del centro, porque es sabido que no tenía pizca de educación.

Los primeros días de su estancia en la clínica volaba cotidianamente a la ciudad, a su oficina; pero después le requirieron quehaceres de más monta, y no atendió ya a su oficina, por falta de tiempo. Era de alta estatura, enjuto; tenía el pelo espeso, muy negro y enmarañado. Era miope y llevaba lentes muy gruesos.

Por lo que se puede presumir de las muestras que he visto de esta obra, hay en ella mucho chiste y gracejo, si bien combinado con el deplorable mal gusto, el enmarañado y pedantesco culteranismo, la impertinente erudición y el abuso de los retruécanos.

Llama equidad á la ruïn codicia, llama heroismo al crímen más sangriento, saber á la malicia, redencion al tormento, y á la venganza bárbara, justicia. Ciencia al enmarañado laberinto en que su limitada inteligencia se pierde errante sin hallar salida; alma á su ciego instinto, al vil temor prudencia, al fanatismo ciego, ley al hierro homicida, y á la inaccion estúpida, sosiego.

Palabra del Dia

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