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Actualizado: 9 de junio de 2025


D. Bernardo estaba tan irritado con las tosquedades de su esposa, que no pudo decir ni hacer nada: siguió sentado con los ojos clavados en el plato mientras un enjambre de pensamientos sombríos y melancólicos relacionados con su desigual matrimonio, le bullía en la cabeza. Finalmente, fuéronse calmando poco a poco los ánimos que estaban irritados.

Ninguna de ustedes está en situación de hacerme la competencia. Daré el do de pecho y haré algunas fermatas de última novedad. Sacó de la enorme bolsa de percal un enjambre de cartones de lotería y los dejó sobre la mesa. Las señoras se apresuraron á tomarlos y ponerlos delante de , uniéndolos simétricamente. Después sacó un plato de metal que quedó fijo en el centro.

La barretina colorada sufrió un fuerte temblor y se dispuso a cobijar un enjambre de pensamientos tenebrosos y lúbricos. Mas como hombre experto y precavido, guardó sus ideas, contrarias a la unidad de la familia, debajo de la barretina, y aparentó no fijar la atención en la presa y dejar que tranquilamente fuese y viniese a su buen talante.

Linón de Mardana, uno de los criados del capitán, acababa de traer la última carga de tojo y árgoma. El montón, situado en uno de los ángulos de la plazoleta, era en verdad enorme, imponente. En torno de él saltaba y voceaba un enjambre de chiquillos.

El río estaba en bajante, y mucha gente curiosa ocupaba la playa, donde un enjambre de pilluelos saltaba y retozaba por las toscas. No faltaban personas graves que, armadas de anteojos de teatro, escudriñasen el río y consultasen con sus vecinos los puntos más remotos que se dibujaban en el límite del agua con el cielo.

Nuestro salón campestre, en una noche de baile, es una cosa encantadora; aquel conjunto de bellezas, así humanas como rústicas y de artificio; aquel enjambre de mujeres hechiceras, arrastrando el lujo y la vaporosidad de sus trajes y prendidos entre el otro lujo exuberante de la vegetación, á media noche, á la luz misteriosa que producen los destellos del gas quebrándose en el verde follaje de los árboles; los ecos de la invisible orquesta, el ambiente, la.... Vamos, que tiene aquello algo de fantástico que no se comprende bien á no contemplarlo.

Tomamos posiciones, y las tropas ligeras, ayudadas de un enjambre de paisanos, se diseminaron por las escabrosidades próximas, desde cuyos matorrales mortificaban a los franceses con fuego menudo.

Lo cual es tan verdad, que no me dejaría mentir ni decir cosa en contrario todo ese enjambre de autorzuelos, a quienes pudiéramos aplicar los tercetos del rey de Artieda: «Como las gotas que en verano llueven, Con el ardor del Sol, dando en el suelo, Se convierten en ranas, y se mueven: Con el calor del gran señor de Delo Se levantan del polvo poetillas Con tanta habilidad, que es un consuelo».

Abajo vereis, si contemplais, la ciudad desde la Plaza del Congreso, un enjambre de calles y callejuelas formando laberintos, y monumentos y edificios de las mas diversas formas, que resumen por decirlo asíla historia de Brusélas hasta principios del presente siglo.

La desventurada no sabía ya qué partido tomar; se horrorizaba al pensar que entre los miles de habitantes de este enjambre no había uno que le dijera el nombre de la calle donde estaba el único asilo que podía acojer á la huérfana abandonada, sola, injuriada, medio muerta de miedo y dolor.

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