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Cuando le llegaron comunicaciones de Buenos Aires y gacetas en que se registraban los ascensos concedidos a los oficiales generales que habían hecho la estéril campaña de Córdoba, Quiroga decía al general Huidobro: «Vea usted si han sido para mandarme dos títulos en blanco para premiar a mis oficiales, después que nosotros lo hemos hecho todo. ¡Porteños habían de serSabe que López tiene en su poder su caballo moro sin mandárselo, y Quiroga se enfurece con la noticia. «¡Gaucho, ladrón de vacas! exclama , ¡caro te va a costar el placer de montar en bueno!» Y como las amenazas y los denuestos continuasen, Huidobro y otros jefes se alarman de la indiscreción con que se vierte de una manera tan pública.

Al saber la determinación de Abu Hafáz, Gláfira se enfurece: dice que la que espera ser reina de Hesperia, de las islas adyacentes y de parte del Magreb, no puede resignarse a ser esposa o amiga de un mercader cualquiera, de un plebeyo renegado de la vencida y dominada raza española. Considera además delirio lo que Abu Hafáz pretende. Pronto llegaría a saberlo el sultán y tomaría cruda venganza.

Leonor, para salvarse en tal apuro, imagina fingir que se casa con el rústico Bras, que la pretende largo tiempo hace. D. Pedro se enfurece sobremanera al saberlo, é intenta impedir este enlace y apoderarse de Leonor.

Este se enfurece y renuncia á su Laura; sin embargo, no le es posible desterrar por completo de su pecho el amor que le inspira, y, fingiendo ser Octavio, se desliza bajo de sus ventanas, para convencerse de su infidelidad, puesto que duda de ésta, á pesar de las apariencias que la confirman.

Octavio se enfurece al oirlo; se lanza contra Roselo, y éste, viéndose forzado á defenderse, lo derriba á sus pies sin vida. Aparece entonces en el teatro de la lucha el príncipe de Verona, atraído por el choque de las espadas; ordena á los combatientes que desistan de su contienda, y destierra á Roselo de la ciudad por largo tiempo.

Del holandés os diré que es tardo y pesado, y que no desenvaina la espada por los bellos ojos de una doncella ni por un quítame allá esas pajas; pero con justa causa y buenos capitanes, sabe defender su país, más mojado que charca de ranas; y sobre todo, no toquéis sus fardos de lana, sus terciopelos de la antigua Brujas y demás mercaderías, porque entonces se enfurece y hay que matarlo para hacerlo entrar en razón. ¡, reíos!

Apenas ha andado media jornada, encuentra un arroyo fangoso que detiene la galera. El vecino maestro de posta acude solícito a pasarla; se ponen nuevos caballos, se apuran todos los esfuerzos, y la galera no avanza. Quiroga se enfurece, y hace uncir a las varas al mismo maestro de posta.

Y no es que yo maldiga los adelantos dijo después, como si se arrepintiese ; sobre todo me gusta que vayan a Madrid en menos de un día, cuando en mis tiempos se necesitaba nueve de galera y hacer testamento. Pero me enfurece que lo que estaba bien, y muy en su punto, venga el señor Progreso y lo eche a perder con su afán de revolucionarlo todo.

Nada le enfurece tanto como ver una obra proporcionada y armónica. Al que la produce dipútale desde luego por artista apocado y enclenque. Componer obras monstruosas, emitir ideas estupendas, no decir jamás algo que no sea completamente nuevo, inaudito, aunque sea un desatino: tal es el secreto para sujetarle.

El servidor, que parte con esta comisión, envidioso del favor, que su amo dispensa á Leonardo, y con el propósito de deshonrar á Eufemia, enseña á su vuelta cierto vello que, según dice, pertenece á un lunar que Eufemia tiene en un hombro. El príncipe se enfurece entonces contra Leonardo, y lo condena á muerte, si no se justifica en un plazo breve.