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Actualizado: 23 de junio de 2025
Sabía que en lo sucesivo no tenía por qué temer el encontrarme con él. Marta dormía todavía. Cuando miré a la habitación por la abertura de la puerta, la vi hundida en las almohadas, con la cabeza echada hacia atrás, y oí una respiración corta y oprimida. Tranquilizada, me alejé para entrar inmediatamente en mis funciones de ama de casa.
Y, dicho sea de paso, habéis de saber que, si yo creyese en la metempsicosis, preferiría habitar por toda mi vida en el alma de un caballo de coche de alquiler, de un temporero, de un burro de Montmorency, animar, en fin, a lo que hay de más miserable, que encontrarme bajo la piel de un grumete.
Recuerdo perfectamente que en mi primer viaje á Lóndres, tuve la satisfaccion de encontrarme de improviso, y sin sospecharlo siquiera, frente á frente del suntuoso y admirable edificio del Parlamento.
La arena del barranco brillaba á los rayos de la luna y veía con agrado que me brindaba una cama más blanda y menos húmeda que las hierbas del bosque; además estaba seguro de no encontrar ninguna serpiente enroscada en la maleza, y contra todo otro animal, tenía la ventaja de encontrarme en un espacio libre desde donde podía, al menor aviso, distinguir á mi enemigo.
Atravesando este encumbrado llano, vine á encontrarme luego en la cima de la cadena del Chulluncayani. Al contemplar desde allí la dilatadísima extension que se desplegaba ante mis ojos, y la tan grande variedad de objetos que las miradas alcanzaban á dominar á la vez, yo saboreaba un sentimiento de indefinible admiracion.
En una iglesia no quiero encontrarme al amante, al poeta, al caudillo, sino á mi creador. No me gusta encontrar allí mi genealogía humana; para eso iria al teatro; quiero encontrar mi genealogía divina, porque para eso voy á la iglesia. Y ahora me explico por qué me gusta más, cuando estoy en un templo, la música del Norte, la música germana.
Roger se dirigió hacia él apresuradamente y el otro le preguntó: ¿Conocéis, buen amigo, la abadía de Belmonte? Mucho que sí, de allí vengo y en ella he vivido hasta hoy. Loado sea Dios, porque en tal caso podréis decirme quién es un fraile como un dragón, con la cara llena de pecas, los ojos negros y el pelo rojo, á quien por mi mal acabo de encontrarme en este camino. ¿Le conocéis?
Se acercó a la cama, escuchó un instante la respiración apacible de Marta y en seguida me dijo en voz baja: Ven, Olga. Estás cansada; tomarás algo y después irás a descansar. Quise protestar, pues temía mucho encontrarme sola con él, pero, para no despertar a mi hermana que dormía, lo seguí sin decir una palabra.
Veíalos yo durante la baja mar de lo alto de una roca, y á pesar de encontrarme muy elevado, al observar que los miraba, la asamblea emprendía su retirada, corriendo de través los guerreros y metiéndose en un instante cada cual en su garita. Ellos no son ningunos Aquiles sino más bien Aníbales. Sólo atacan cuando se sienten fuertes, devorando á vivos y muertos.
Estoy dispuesta a todo, menos a morir. Yo no le pido nada; no quiero nada; no espero nada. ¿Entonces qué ha venido a hacer usted aquí?... ¡Dios mío! ¡Me creía usted enferma y esperaba encontrarme muerta! Estaba en mi derecho. Pero he debido tomar informes respecto a su familia: ¡los La Tour de Embleuse no han pagado nunca sus deudas!
Palabra del Dia
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