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Actualizado: 27 de julio de 2025


Varios retratos de familia, de pomposas damas y de caballeros armados, prestaban autoridad a las habitaciones y les ponían muy aristocrático sello. Durante los fríos y las nieves invernales se estaba allí muy a gusto, gracias a enormes chimeneas donde podían arder troncos enteros de encina y a colosales estufas de loza vidriada que había también en no pocos cuartos.

No como la encina, que se levanta orgullosa hasta que el rayo la hiere, sino como las yerbecillas fragantes de las selvas y las modestas flores de los prados, que dan más suave y grato aroma cuando el villano las pisa.

Bien sabía que él me amaba se dijo; pero ahora estoy segura de que yo también lo amo... ¡oh! ... yo también... De pronto, en uno de los grandes espejos de la puerta, vio reflejarse a los dos criados que estaban de pie inmóviles, junto a la mesa de encina del vestíbulo. Bettina dio algunos pasos en dirección al salón... Oyó alegres risas, y el vals que continuaba. Detiénese.

En las grandes tempestades el barco necesita achicarse, de alta encina quiere convertirse en humilde hierba, y como sus mástiles no pueden plegarse cual las ramas de un árbol, se ve en la dolorosa precisión de amputarlos, quedándose sin miembros por salvar la vida. La pérdida del buque era ya inevitable.

«Allí, á la sombra de la encina añosa «Pasaba el abrasado mediodia, «Y allí, sentado en su raiz nudosa «El rumor del arroyo le embebia. «Al cruzar por el bosque silencioso «En sus ojos las lágrimas brillaban, «Murmurando con tono lastimoso «Voces que amor ó pena revelaban.

Felizmente entrábamos en el bosque. Mi camarada se acurrucó tras una pequeña encina, yo me coloqué junto a él y ambos estuvimos allí ocultos, mirando por entre las hojas. En los campos oíase un terrible fuego de fusil.

Encina debió poseer notables conocimientos en la música, pues fué nombrado director de la capilla papal por León X. En el año de 1519 acompañó al marqués de Tarifa á un viaje á la tierra santa, y celebró después esta peregrinación en una poesía, que publicó en Roma en el año de 1521, con el título de Tribagia.

Isidro, que al principio buscaba la tapia con los ojos, como si viese en su proximidad una esperanza, avanzaba ahora audazmente, temblándole las piernas, pero conquistado el ánimo por el majestuoso silencio. En aquella paz era imposible que los hombres matasen a sus semejantes. El Mosco, que conocía todas las madrigueras de El Pardo, se detuvo junto a una gran encina.

El mástil del navío helénico era una encina colocada por Minerva, y este mástil encantado, alma del buque, hablaba, dando oráculos salvadores en los momentos de peligro. ¿Por qué no podía hablar también aquella chimenea gigantesca, que entre los palos completamente inútiles de la navegación moderna era la representación del movimiento y la vida, la gran propulsora, como lo había sido el mástil antiguo sostenedor del velamen?...

Ya en los primeros ensayos dramáticos jugaba el baile papel importante, como indicamos con repetición, considerándolo como elemento esencial en las representaciones de las iglesias. En las piezas de Juan del Encina, Gil Vicente y Torres Naharro era costumbre acabar con baile la función, mientras se cantaba un villancico.

Palabra del Dia

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