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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Las valentas donas, arrogantes y duras como buenas payesas, no gritaban ni huían a la vista de estos tres piratas enemigos de Dios y de los santos. Con la tranca de la puerta mataban a uno, y luego se encerraban en la casa.
Doña Nicolasa Paredes, dicho sea en honor de la verdad, no comprendía muy bien el tuétano que encerraban las palabras de su hijo; pero agradecida á las cariñosas profecías de don Pablo Bragas, tendió un mantel y puso delante del amigo una taza de sopas en caldo gordo, que darían rabia á un teatino.
El menudo pueblo halla siempre cierto sabroso placer en encontrar alguna semejanza entre los que lo mandan y los animales nocivos, y por cierto que las más veces no se engaña. Entretanto las cuadrillas, las guardias y el inmenso acompañamiento iban marchando, acercándose al propio tiempo las ricas andas que encerraban tanto tesoro.
En la parte inferior había varios estuches medio abiertos que encerraban vasos sagrados, y tirada en un rincón, arrugada y hecha un lío, una casulla de terciopelo negro, con ricos bordados de oro, que presentaban en primoroso realce las armas de la casa.
Mostraban que en servirla eran servidas, Y que por su ocasion de todas gentes En mas veneracion eran tenidas. Su influjo y su reflujo las corrientes Del mar y su profundo le mostraban, Y el ser padre de rios y de fuentes. Las yerbas su virtud la presentaban, Los arboles sus frutos y sus flores, Las piedras el valor que en sí encerraban.
Los judíos existieron en España hasta que en la guerra de la independencia fué abolido el tribunal del Santo Oficio; i aunque luego fué vuelto á nueva vida, entonces ya no era tribunal religioso, sino tribunal politico, en donde se encerraban á aquellos hombres que no teniendo delito de que ser acusados, i necesitando el gobierno que no estuviesen en libertad eran metidos en las cárceles de la Inquisicion, por tiempo indeterminado.
Estos múltiples deseos, que se encerraban en uno solo, fueron expresados atropelladamente y con turbación por la muchacha, que era más que medianamente bonita, no por cierto muy bien vestida ni con gran esmero calzada. Temblaba al hacer sus preguntas y ponía extraordinario ardor en la expresión de su deseo. Sus ojos expresivos habían llorado, y aún lloraban algo todavía.
Podía continuar la fiesta». Y continuó. Los del salón se habían enterado: «A la Regenta le había dado el ataque». «La habían hecho bailar a la fuerza». Pero pronto se olvidó el incidente, para comentar la conducta de aquellas señoras y caballeros que se encerraban en el gabinete de lectura a cenar y bailar como si el Casino no fuese de todos....
Y, para encenderle más el deseo, que a mí me celaba y al cielo a solas descubría, quiso la fortuna que hallase un día un billete suyo pidiéndome que la pidiese a su padre por esposa, tan discreto, tan honesto y tan enamorado que, en leyéndolo, me dijo que en sola Luscinda se encerraban todas las gracias de hermosura y de entendimiento que en las demás mujeres del mundo estaban repartidas.
«Como los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no habia nada parecido á lo que ellos nos hacen imaginar; como hay hombres que se engañan raciocinando aun sobre las materias mas sencillas de geometría y hacen paralogismos, juzgando yo que estaba tan sujeto á errar como ellos, deseché como falsas todas las razones que antes habia tomado por demostraciones; y considerando en fin que aun los mismos pensamientos que tenemos durante la vigilia, pueden venirnos en el sueño sin que entonces ninguno de ellos sea verdadero, me resolví á fingir que todas las cosas que habian entrado en mi espíritu no encerraban mas verdad que las ilusiones de los sueños.
Palabra del Dia
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