United States or Vanuatu ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y viéronse sus facciones de una regularidad perfecta; sus ojos eran atrevidos y penetrantes, un bigote negro y brillante sombreaba sus labios encarnados, y su poblada barba, que se dibujaba en dos arcos a lo largo de las mejillas, iba a detenerse en un mentón con un hoyuelo. Su color era pálido y mate. ¿Que quién soy? repitió con una voz llena y sonora , va usted a saberlo, digno alcalde.

D. Pedro los cincuenta uniformes amarillos y encarnados que le estamos haciendo, todos galoneados de plata y cortados en forma que llaman de española antigua. Me temo mucho dijo Amaranta riendo que D. Pedro y otros tan extravagantes y locos como él, pongan en ridículo a Cortes y procuradores, pues hay personas que convierten en mojiganga todo aquello en que ponen la mano.

Embebióse más en la puerta, y desenvainó su puñal. Cosme, hijo, síguelos dijo una voz muy conocida del tío Manolillo ; yo me quedo aquí; abajo en la plaza están los otros; quitadle lo que lleve, y que no se diga que os ponen miedo esos fanfarrones de los coletos encarnados. Alejáronse los pasos, y se perdió la voz á lo largo de los estrechos corredores.

Hace usted mal le dice un mirón . Eso lo que demuestra es la fuerza de la baraja. Ya ve usted si será fuerte el encarnado, que ni a dos puede ganarle el negro. ¿Cuántos encarnados van? pregunta alguien. Cuatro. Es una racha. Hay que aprovecharla... Llueven sobre el encarnado fichas, placas y billetes. Los postores de grandes sumas las hacen asegurar.

En el tiempo en que Nantes era uno de los centros negreros más activos de Europa, había allí pilotos de todo el mundo. El capitán Zaldumbide era hombre alto, encorvado, amojamado. Zaldumbide no hablaba apenas; tenía una mirada de través, con sus ojos encarnados, poco agradable. Se dejaba sotabarba, ya blanca, y el pelo lo llevaba largo.

Vestía una bata elegante y tenía los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de seda encarnados. Estaba bastante pálida y tenía los ojos con señales de haber llorado. El P. Gil se detuvo a la puerta y frunció el entrecejo. Entre usted, padre, y siéntese aquí en esta butaca dijo ella desde una sillita, mirándole con dulzura. Ya estoy bien. He pasado una noche muy mala.

Llevaba falda lisa de paño gris, formando grandes pliegues, corta para lucir los pies, calzados con medias negras y zapatitos a la francesa, abrigo muy oscuro, ceñido al talle con cordones de seda que pendían hasta el suelo, y forro de felpa roja que se descubría a cada paso; sombrerillo de terciopelo ceniciento con velito y lazos encarnados; cuello largo de piel que culebreaba sobre el pecho, y manguito.

Entonces el jugador dice que ha quebrado el juego y considera que la baraja se ha hecho traición a misma. Yo me inclino a creer que los jugadores se precipitan en sus juicios sobre las barajas. ¿Que por qué, si a la postre iba a resultar que se trataba de una baraja de alternativa, ha comenzado el juego con cuatro encarnados? ¡Quién sabe! A lo mejor la baraja lo hizo para despistar...

De todo aquello resultaba una gran injusticia no sabía de quién, un dolor irremediable que ni siquiera tenía el atractivo de los dolores poéticos; era un dolor vergonzoso, como las enfermedades que ella había visto en Madrid anunciadas en faroles verdes y encarnados. ¿Cómo había de confesar aquello, sobre todo así, como lo pensaba? y otra cosa no era confesarlo».

Tengo que hablar con V. ¿Puedo entrar? Entra, contestó el Comendador con bastante zozobra de que Lucía trajese malas noticias. La cara de Lucía estaba demudada. Los ojos algo encarnados, como si hubiesen vertido lágrimas. ¿Qué hay? dijo D. Fadrique. Que Doña Blanca está muy mala. Clara me escribe diciéndomelo, y me ruega que haga la caridad de ir á acompañarla. ¿Y se sabe qué tiene Doña Blanca?