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Arqueros y hombres de armas se calaron á toda prisa los cascos, endosaron cotas de malla y coletos, asieron sus respectivas armas y en dos minutos quedó perfectamente formada la Guardia Blanca. Poco después llegó el barón al trote de su brioso corcel y contempló con evidente satisfacción el marcial aspecto de su gente.

Y estando prevenidos, á cosa de las once ó doce del dia, se vió venir la indiada, formada en batalla con sus armas, coletos y algunas cotas de malla: y estando á distancia de cuatro cuadras de nosotros, largaron sus caballos, y á todo correr, tomando nuestro costado izquierdo, pasaron del otro lado de la laguna por nuestra retaguardia, dando vuelta por nuestro frente, lo que egecutaron por dos ocasiones, formándose por nuestro costado izquierdo.

Embebióse más en la puerta, y desenvainó su puñal. Cosme, hijo, síguelos dijo una voz muy conocida del tío Manolillo ; yo me quedo aquí; abajo en la plaza están los otros; quitadle lo que lleve, y que no se diga que os ponen miedo esos fanfarrones de los coletos encarnados. Alejáronse los pasos, y se perdió la voz á lo largo de los estrechos corredores.

Quedó Pedro Alonso suspenso en leyendo la epístola, y acudió presto a su valija, y el hallarla vacía le acabó de confirmar la verdad de la carta; y luego al punto, en la mula que le había quedado, se partió a Burgos a dar las nuevas a sus amos con toda presteza, porque con ella pusiesen remedio y diesen traza de alcanzar a sus hijos; pero destas cosas no dice nada el autor desta novela, porque así como dejó puesto a caballo a Pedro Alonso, volvió a contar de lo que les sucedió a Avendaño y a Carriazo a la entrada de Illescas, diciendo que al entrar de la puerta de la villa encontraron dos mozos de mulas, al parecer andaluces, en calzones de lienzo anchos, jubones acuchillados de anjeo, sus coletos de ante, dagas de ganchos y espadas sin tiros; al parecer, el uno venía de Sevilla y el otro iba a ella.

Recibieron luego duchas de agua perfumada, se secaron con finísimas sábanas de lino y quedaron como nuevos de puro lustrosos. Todos parecían más guapos y más jóvenes que antes. Los coletos, los gregüescos, las calzas y demás ropilla exterior todo se había limpiado, quedando muy decente y desapareciendo las manchas sin el empleo de la bencina ni de otras sustancias apestosas.

Veíanse sayas rojas o verdes como los pimientos, color de almagre como las calabazas, moradas como las berenjenas, capas y coletos pardos como la piel de los tubérculos, negras ropas de ancianos que iban tomando la torcida color de las alubias, vistosos dengues y pañolones donde parecía haberse reventado toda la hortaliza.

Junto á las paredes, en casi toda la extensión del local, montones de paja sobre la cual reposaban veinte ó treinta arqueros de la Guardia Blanca, sentados ó reclinados sobre el codo, sin capacetes, coletos ni espadas y con sendos recipientes de cuero y estaño llenos de cerveza ó vino, según el gusto de cada cual.

Sus armas, de que usan, son lanzas y bolas, en lo que son muy diestros, y tienen sus coletos y sombreros de cuero de toro, que con dificultad le entra la lanza, y esta ha de ser de punta de espada: algunos usan cota de malla, pues se contaron hasta nueve.

Se abrió la puerta y salió el cocinero; tras él, dos hombres que conducían, puesto sobre dos palos, un bulto al parecer pesado, y luego dos soldados de la guardia española, á juzgar por sus armas y por sus coletos rojos. El cocinero mayor volvió á cerrar la puerta.

Segun exponen los indios, usan sombrero, chapa larga, camisa, calzones bombachos, y zapatos muy grandes. Los que andan entre los indios regularmente estan vestidos de coletos, y siempre traen armas. Los indios no saben si usan capa, porque solo los ven fuera del muro á caballo; se visten de varios colores; son blancos, barba cerrada, y por lo comun de estatura mas que regular.