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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Garrote empezó por desperezarse, estirándose tanto que cada remo parecía dispuesto a arrancarse por sí mismo del tronco y a caer al suelo por los lados de la cama. Las contracciones de la cara y el crujir de huesos eran como si el hombre despertase, más que del sueño de una noche, de un encantamiento de siglos.
Pero... ¿adónde ir?... ¿Cómo empezar?». Los caballeros aventureros con existencia real conocidos de las gentes, el valiente Juan de Merlo, rompedor de lanzas en la corte de Borgoña, o los peleadores del «paso honroso» con Suero de Quiñones, habían vagado de corte en corte sin mayores hazañas que los torneos. ¿A qué parte del mundo caían las ínsulas y tierras de encantamiento para los hombres ansiosos de maravillosas aventuras?...
Era lo más sencillo y positivamente habría valido más que ocultarla; pero a mi declaración se oponían mil obstáculos reales o imaginarios que me la presentaban como cosa imposible. ¿En qué términos iba yo a darle a entender lo que sentía desde tiempo atrás sin que nadie lo hubiera sospechado? ¿Cómo hablarle, a sangre fría, de aquellos extraños pudores que ofuscaban la luz del día, que no soportaban examen mío ni ajeno, y que semejantes a una herida fresca y demasiado sensible exigían no ser tocados ni siquiera con la mirada? ¿Cómo referirle aquella crisis de sensibilidad inexplicable y aquella especie de encantamiento por la noche cuyo testimonio escrito hallé por la mañana?
16 Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; del sonido de los relinchos de sus fuertes tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella. 17 Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, basiliscos, contra los cuales no hay encantamiento; y os morderán, dijo el SE
Pues bien, por arte de encantamiento, esto es, por arte de aquella voz dulce y de aquellos ojos más dulces aún, que le miraban con elocuente expresión, se despojó súbitamente de sus opiniones anticlericales, transformándose en un decidido campeón del altar y en un fervoroso devoto de todos los santos y santas de la corte celestial.
Todo se hundía, al pronto, en el mismo encantamiento. Hasta los vendedores errantes se postraban junto a su mercancía, donde les tomaba el golpe de badajo. En la plaza, más de uno se terciaba el embozo y se quedaba dormido.
Después dió la mano al oso que se levantó convertido en un caballero joven y hermoso, el cual le dijo que era un príncipe encantado y que gracias a ella había salido del encantamiento; que si quería casarse con él, se la llevaría a su corte y sería princesa. 80 Se fueron y se casaron y fueron felices por toda su vida, llevándose ella a su padre y a sus hermanas, que también se casaron.
El tiempo las deja en el mismo ser que tienen, ya que al empezar el encantamiento y al ponerse en ellas no les preste algo de sobrenatural y divino.
Ustedes saben cómo son de noche las calles de Méjico: no hay ciudad en el mundo mejor alumbrada y con menos gente. Los focos eléctricos brillan formando racimos, para iluminar una soledad de desierto. Cree uno deslizarse por una de esas ciudades de Las mil y una noches, donde todo ha quedado inmóvil y dormido por obra de encantamiento.
Cuando llegó la media noche, encendió el fósforo y miró a su marido. Vio que era muy hermoso. 65 Olvidó el fósforo y un pedazo cayó en la cara de su marido. Entonces él despertó y dijo: ¡Ingrata, no has tenido palabra! Has de saber que soy un príncipe encantado. Yo soy el príncipe Jalma. Estaba a punto de salir de mi encantamiento pero ahora es imposible 70 por mucho tiempo.
Palabra del Dia
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