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Actualizado: 4 de junio de 2025
No merece tanto, porque el hombre cuyo valer futuro descubrió ella en su amorosa visión profética, vale mil y mil veces menos que el que por esfuerzo de su reveladora inteligencia y de su enérgica voluntad ha duplicado o triplicado la grandeza del mundo conocido, y ha magnificado el concepto de la creación en toda mente humana.
Algunas mujeres enrojecieron, porque por la boquita del niño parecía hablar la voz de muchas conciencias; varios hombres bajaron la cabeza, y una voz enérgica, pero alterada, repitió a lo lejos: ¡Sí! ¡Sí! . Era un anciano general, abuelo de un alumno del colegio.
Entre los edificios notables pueden nombrarse el capitolio, el palacio presidencial, el museo y la catedral donde yacen los restos de Jiménez de Quesada. La segunda ciudad en importancia es Medellín, accesible desde Puerto Berrio, sobre el Magdalena. Medellín, a pesar de tener una historia antigua, es de apariencia moderna y de gran actividad comercial con una población ambiciosa y enérgica.
Al día siguiente era grande su postración, pero de todo triunfó su naturaleza enérgica. Pidió que le enseñaran un vaso de agua y al verlo dijo: Parece que estoy bebiendo el agua sólo con verla. Del mismo modo se expresó con respecto a otros objetos, los cuales hacían viva impresión en su fantasía.
Cuando se hizo cargo de lo que pasaba, se entristeció profundamente, mostrose serio lo mismo con su hija que con D. Laureano, andaba cabizbajo y mudo por la casa; pero no se atrevió a adoptar una resolución enérgica. Tan sólo una vez dijo a Concha que no le parecía bien la confianza que había tomado con Romadonga.
El viento movía blandamente el ala de su chambergo y levantaba leves nubecillas de polvo que los cascos del azulejo removían aún de entre el césped, de tal modo era enérgica la fuerza con que los golpeaba.
¡Qué fierecilla! ¡Cómo hinchaba las ventanillas de su nariz, y qué fuertemente respiraba, y qué enérgica expresión de voluntad tomó su fisonomía! Todo esto lo pudo observar la Sanguijuelera sin dejar su ocupación. Amoscándose un poco, le dijo: «¿Sabes que estás cargante, sobrina, con tus colegios y tus charoles?
Interpelado, acusado con tan desmedida audacia y con tan ruda serenidad, el P. Jacinto sacó fuerzas de flaqueza; puso á un lado la causa de su inusitada timidez, que era sólo el recelo de perjudicar los intereses de Clara y de su amigo y antiguo discípulo, y, ya libre de estorbos, contestó tan enérgica y sabiamente, que su contestación, la réplica á que dió lugar y todo el resto del diálogo tomaron un carácter distinto y solemne, por donde merecen capítulo aparte, el cual será de los más importantes de esta historia.
La desilusión, la esperanza perdida, le trajo a la vida monástica. En ambos reinos, unidos ya bajo el centro de Isabel y Fernando, había cambiado todo y era menester que Morsamor también cambiase. La paz y el orden con enérgica severidad habían venido a sobreponerse a la confusión y al alboroto que estimulaban tanto la ambición y la codicia.
El amor de Eduardo á la bella Condesa llena sólo su acto primero. Esta mujer enérgica se da trazas de proteger su honor, tomando una resolución varonil, y obligar al Rey á volver de nuevo á su heróica y magnánima senda, llenando la segunda mitad del drama las hazañas ejecutadas por el Monarca, después de vencer su pasión.
Palabra del Dia
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