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Actualizado: 4 de mayo de 2025
No tardaría su madre en saberlo. Por la noche tempestad en el comedor de su casa. Y Rafael, siempre caminando hacia la casa azul, pensaba con amargura en su situación. ¿A qué iba allá? ¿Por qué empeñarse en complicar su vida con dificultades que no podía vencer? Recordaba las dos o tres escenas cortas, pero violentas, que meses antes había tenido con su madre.
Otra cosa parecía interesarla: algo que no acertaba a decir, pero la hacía verter lágrima tras lágrima. El siñó Pep luego de cerrar la puerta de la casa, se había paseado más de una hora por la cocina mascullando palabras y cerrando los puños. «¡Aquel don Jaime!... ¡Empeñarse en conseguir lo que era imposible!... ¡Testarudo como todos los suyos!...
Con este continuo hablar, Alejandro de su Nieves y Lucrecia de su Nachito, llegó a empeñarse entre los dos hermanos una verdadera puja de alabanzas de los respectivos vástagos; y picada Lucrecia en su puntillo de madre del niño más hermoso del mundo, envió a su hermano un retrato del prodigio, vestido de ranchero, con su listado jorongo, sus amplias calzoneras y su sombrero jarano. ¡No se veía al infeliz debajo de las enormes alas y de la pesadumbre de los pliegues! «¿A mí con esas?» se dijo Alejandro; y retrató a Nieves vestida de andaluza con mantón de grandes flecos, y rosas en la cabeza.
Desde la muerte de mi padre me acompañaban a la mesa dos solteronas, primas de él, y no muy sobradas de recursos, aunque sí de bambolla: los parientes más cercanos que me quedaban por la rama paterna, pues por la materna los había tan próximos y más abundantes, según mis noticias, aunque yo no los conocí jamás, porque, también según informes oficiosos, hubo invencible empeño en ello de parte de quien tenía el deber de empeñarse en lo contrario.
Un animal tan necesario para él como la propia vida y que le había costado empeñarse con el amo.... Miró en torno, buscando al criminal. Nadie. En la vega, que azuleaba bajo el crepúsculo, no se oía mas que un ruido lejano de carros, el susurro de los cañares y los gritos con que se llamaban de una barraca á otra. En los caminos inmediatos, en las sendas, ni una persona.
A evitarlo se destacaron las compañias de caballeria, y aunque tenian la órden de no empeñarse, no pudieron contenerse, y acometieron á los enemigos: de modo que no solo frustraron su intento, sino tambien los desalojaron del terreno que ocupaban.
Precisamente comenzó la escena por ahí; es decir, por manifestarme Pepe Guzmán su convencimiento de que el lenguaje, como expresión de afectos íntimos y delicados, que tienen su principal incentivo en el fulgor de una mirada o en el contacto sutil de dos epidermis, estaba todavía sin hacer; tanto, que, en su concepto, hablar de lo que íbamos a hablar nosotros con los términos usuales del diccionario vulgar, era como empeñarse en tejer hilillos del rocío con palitroques sin pulir.
¿Viene usted de su castillo de San Cristóbal? preguntó Manuel a don Modesto, después de los primeros cumplidos y de haberle convidado a sentarse en el apoyo, que también servía de asiento a Stein . Bien podía usted empeñarse con mi madre, que es tan buena cristiana, para que rogase al Santo Bendito que reedificase las paredes del fuerte, al revés de lo que hizo Josué con las del otro.
Ahora vengan aquí todos los fisiólogos de la tierra, y hasta esos otros señores que han dado de poco acá en la flor de empeñarse en convencernos de que los que matan y los que roban, todos los criminales, en fin, son unos pobres locos irresponsables ante las leyes divinas y humanas, porque loco es igualmente el vate que crea y canta, y hasta, por la regla, lo soy yo también mientras me entretengo en emborronar estas hojas; vengan aquí, repito, los unos y los otros señores, y díganme, en presencia del ejemplar exhibido, cómo pueden en una sola pieza una mujer de su temple y una madre como la que a ver vamos.
Lo que más seducía a la señorita de Elorza era la inquebrantable constancia de afectos que los protagonistas de aquellas novelas manifestaban siempre. Ya fuese varón o hembra, cuando una pasión amorosa les prendía no había que empeñarse en llevarles la contraria, porque todo era inútil.
Palabra del Dia
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