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Este lo separa ó lo derriba todo; aborda, llega hasta la llanura de hielos, pero por eso no se siente embarazado. «El banco hízose pedazos en un minuto en una extensión de algunas millas. Crujió, atronó, como si hubiesen sido disparados cien cañonazos; parecía aquello un terremoto. La montaña vino á nuestro encuentro, y el mar vióse cubierto, entre ella y nosotros, de sus despojos.

Dragut, harto embarazado con la hostilidad insistente de los berberiscos, tan luego supo el nublado que de la otra parte se preparaba, despachó persona de su confianza con cartas y regalos capaces de dar á entender la urgencia de socorro si había de guardarse Trípoli; y tan bien la explicó el enviado, que mientras con parsimonia seguían en Sicilia los embarcos, llegaba desde Constantinopla un refuerzo de 2.000 turcos á la guarnición de la ciudad amenazada, cuyas fortificaciones se aumentaron lo mismo que las provisiones de boca y guerra.

Tal era la influencia que Rosas ejercía en 1834. El Gobierno de Buenos Aires se sentía cada vez más circunscrito en su acción, más embarazado en su marcha, más dependiente del Héroe del Desierto.

Si á cualquiera, y sólo por la apariencia, se le preguntase la edad que puede tener, se vería muy embarazado para contestar; á tal punto parece indefinida y vaga. Su rostro, aunque sin frescura, es juvenil, y el cabello, lacio y sedoso, todavía no ofrece entre sus negras hebras ni una sola blanca.

La literatura amena fué el puerto de refugio del genio, que se sentía embarazado en otros dominios, y la poesía llamó á ese vigor espiritual, que acaso, bajo otras circunstancias, hubiese tomado distinto rumbo.

Todos aquellos hombres que discutían libremente y en voz alta, se callaron en seco al acercarse el inspector general. Apartáronse para dejarle pasar y apenas si le saludaron, contentándose con observarle de reojo. Embarazado con acogida tan llena de desconfianza, Delaberge se dirigió rápidamente hacia la puerta del edificio en el momento preciso en que daba las diez el reloj.

Siempre que subía al Escorial daba su vueltecita por la tienda de doña Dámasa y allí se estaba charlando un rato. Estas visitas, al principio raras, se fueron haciendo más frecuentes y prolongadas. La hermosura espléndida de Elena comenzó a impresionarle. Y a medida que le impresionaba le hacía más tímido. Cuando la niña estaba sola en la tienda mostrábase embarazado, silencioso.

¿Y qué te haces ahora? Esta pregunta seca y hecha en un tono más seco aún, cortó la tierna emoción que embargaba a nuestro joven en aquel momento y le dejó un poco embarazado. Poca cosa... Me divierto lo más que puedo. , , ya lo he sabido, que eres un joven a la moda. Las modas duran poco; pasaré como han pasado las trabillas y las corbatas de suela...

Al ir a tomar el vaso, Plumitas se vio embarazado por la carabina, que conservaba entre las rodillas. Eja eso, hombre dijo el picador . ¿Es que guardas er chisme hasta cuando vas de visita? El bandido se puso serio. Bien estaba así: era su costumbre. El rifle le acompañaba siempre, hasta cuando dormía.