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Actualizado: 27 de mayo de 2025
El príncipe Lubimoff daba una fiesta á bordo, y su buque se dibujaba, desde la línea de flotación hasta los topes, ribeteado de bombillas eléctricas de diversos tonos, mientras los potentes reflectores lanzaban chorros movibles de luz, sacando de las entrañas de la noche las olas, las playas, el caserío de la ciudad.
«Eso le pasa pronto indicó el Director a Isidora, que aún no había vuelto de su espanto . Es un bendito; hace treinta y dos años que está en la casa y pasa largas temporadas, a veces dos y tres años, sin la más ligera perturbación. Sus accesos no son más que lo que usted ha visto. Principia por decir que tiene dos máquinas eléctricas en la cabeza y luego sale con que le insulto.
Los curiosos de la aldea se han alejado, satisfechos de haber admirado algunas elegantes toilettes, y contemplado la suntuosa decoración del vestíbulo, de columnas enguirnaldadas, con flores y luces eléctricas. Todo es allí alegría, calor y perfume.
Nada de reposo; en ningún sitio languidece la vida ni dormita. El mar la hace, deshácela y la rehace. A cada momento pasa, salvaje y vivaz, por el crisol de la muerte. El aire aun más violento, azotado una y otra vez por el viento, arrastrado por los torbellinos, concentrado para estallar en trombas eléctricas, está continuamente en revolución.
Y como si hubiera sido una señal aquel himno a la luz cristiana entonado por el orador casi invisible en la penumbra del salón, comenzaron a encenderse las lámparas eléctricas, saliendo de la obscuridad los cuadros, los dorados, los escudos, las figuras duras y chillonas pintadas en la cúpula. Rafael se sentía trémulo, fuera de sí, embriagado por la facilidad con que desenvolvía su discurso.
Entre las pilastras del comedor ondulaban abullonadas las banderas de diversos pueblos. Guirnaldas de rosas contrahechas y bombillas eléctricas de varios matices tendíanse de capitel a capitel. Al final del salón, sobre una columna rodeada de plantas y teniendo como fondo el pabellón alemán, erguíase un gran busto de yeso, el del héroe de la fiesta, con fieros y majestuosos bigotes.
En lo alto, diez y seis cariátides blancas y pechugonas, encorvadas bajo el peso del techo, sostenían anchas bandas de cristales de roca con bombillas eléctricas que dejaban caer un resplandor lunar.
Un rosario de bombillas eléctricas alumbraba día y noche la continua rotación en el silencio y la soledad de esta alma metálica, señora absoluta del túnel submarino. El lado interior de la galería era vertical; el exterior abríase en ángulo hacia arriba, marcando el arranque del vientre de la nave.
A las dos de la madrugada el destartalado carricoche va rodando, hundiéndose en los hondos relejes, saltando sobre los agudos riscos, por las anchas calles blancas de la ciudad manchega. Corre un viento sutil y helado. Las luces eléctricas difunden una claridad opaca. A un lado y a otro se extienden las fachadas en anchas pinceladas de blanco sucio.
Esta manera de componer, para que el interés de la trama, á modo de torrente y con igual fuerza, compenetre toda la obra poética, concentrándose, sin embargo, en ciertos puntos aislados y fijos de ella, para evocar cierta clase de emociones eléctricas, parécenos esencial á todo drama perfecto, y, bajo este aspecto, como también en lo relativo á la economía, al hábil arreglo de los elementos parciales, y á la aplicación exacta y oportuna de la forma dramática, los poetas consagrados al teatro, que cuentan las demás naciones, han de considerar como acabados maestros á los españoles.
Palabra del Dia
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