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El egoísmo era la única pasión que vibraba en ellos. Sólo habían aprendido que eran miserables y no debían serlo. La suerte de sus compañeros de infortunio, de una inmensa parte de la humanidad, miserable y triste, no les interesaba.

Dentro de este sistema de gobierno no se observa más que vanidad, egoísmo, y deseos de realizar actos que tengan mucha resonancia, sean éstos del género que quiera. M. de la Maisonfort, ministro del rey en Florencia, ha muerto en Lyón de vuelta de Toscana.

Acuérdate: es un condenado á muerte, y sólo un cuidado maternal, un atmósfera dulce y plácida, podrán prolongar sus días. Ella deseaba realizar esta obra tal vez por egoísmo, por borrar de su memoria con una larga acción generosa todo lo malo que había hecho antes.

Detrás de su profesión de fe humanitaria, de su predicación de la justicia, de la igualdad, del amor, debía ocultar un egoísmo escéptico, bajos apetitos, intenciones malsanas, puesto que había sido capaz de reducir a semejante tormento a un ser que se le había rendido a discreción.

Tal vez sea por el guerrero de los tiempos de paz, brillante y empenachado; ¡pero estos de ahora tienen un aspecto tan miserable!... No; existe algo muy alto en todo lo que nos rodea, algo que y yo no hemos sabido ver, á causa de nuestro egoísmo. Su oyente volvió á levantar los hombros con indiferencia.

Y esa verdad sus alas me ha prestado, á su cielo de luz me ha conducido, y ora desesperado, ora preocupado ó divertido, al ver el hombre desde allí he llorado, y volviendo á mirarle, me he reido. Envidia ó egoismo; ese es el hombre por más que luche en disfrazar su anhelo con un hermoso nombre.

Este modo de discurrir a que me entregué cediendo a la fuerza de mis inveterados resabios de mal disfrazado egoísmo, resucitados en presencia de aquél, para , tan nuevo como aflictivo espectáculo, llegó a causarme cierto rubor.

Esos, en su egoísmo, tienen tal concepto de la importancia de su persona, que necesitan que ésta se perpetúe después de la muerte, admitiendo como indispensables los cielos y los castigos inventados por las religiones. El hombre emancipado por la ciencia, se preocupa de la suerte de la humanidad tanto ó más que de la de su individuo.

La joven rió de esta cólera, con el regocijo de un pensamiento ligero en el que no son durables las impresiones y que considera sin importancia todo lo que no atañe directamente á su egoísmo. Por algunas palabras de las dos señoras sacó Ulises en consecuencia que vivían antes en Roma y hacía poco tiempo que estaban en Nápoles, tal vez contra su voluntad.

Lo más que los filántropos podréis decir en vuestro abono es que vuestro egoísmo es un egoísmo bien entendido, un egoísmo provechoso para todos. Ya lo ven ustedes, señores replicó D. Anselmo , el Padre, como no puede ni sabe defenderse, ataca; pero sus razones no tienen fuerza contra .