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Actualizado: 8 de julio de 2025
Tengo mucho que hacer dijo el ingeniero evadiendo la respuesta. Yo pertenezco á mis deberes. El trabajo también es una religión. La joven siguió hablando, inspirada ahora por el egoísmo del amor. Nada perdería aproximándose á los Padres, intentando hacerse simpático á ellos. Eran personas muy buenas que se interesaban por los demás, trabajando por su felicidad.
Era una de esas personas que, no habiendo recibido educación, parece que la han tenido cumplidísima, por lo bien que se expresan, por la firmeza con que se imponen un carácter y lo sostienen, y por lo bien que disfrazan con las retóricas sociales las brutalidades del egoísmo humano. De la memoria de su Jáuregui llevó el pensamiento a su sobrino. Eran sus dos amores.
Lo que cada vez tenía más disgustado á Traga-santos, era el profundo egoísmo y hasta la falta de sentido común con que muchos acudían á la ermita, viendo que, por ejemplo, á un mismo tiempo pedía uno que lloviese á mares y otro que la sequía achicharrase los campos.....
Y su egoísmo amoroso le hizo repetir una vez más las mismas exclamaciones: ¡Qué suerte que seas extranjero!... ¡Qué alegría verte libre de los peligros de la guerra! Julio sintió la irritación de siempre al oir esto. Le faltó poco para cerrar con una mano la boca de su amante. ¿Quería burlarse de él?... Era un insulto colocarlo aparte de los otros hombres.
Y mientras no sólo a los conventos, y a los palacios, sino también a los árboles se les dejaba campo abierto para alargarse y ensancharse como querían, los míseros plebeyos que a fuerza de pobres no habían podido huir los codazos del egoísmo noble o regular, vivían hacinados en casas de tierra que el municipio obligaba a tapar con una capa de cal; y era de ver cómo aquellas casuchas, apiñadas, se enchufaban, y saltaban unas sobre otras, y se metían los tejados por los ojos, o sean las ventanas.
Este era su único vicio. ¡Pobrecillo!... De mujeres y de juego, ni señal. Su egoísmo, que le hacía ir bien vestido, mientras la familia andaba harapienta, y su desigualdad en el reparto de los productos del trabajo, compensábalos con iniciativas generosas.
De no estar solo me dijo con singular emoción, con objeto de que si algún día alcanzo un nombre no me vea reducido al triste resultado de coronar mi egoísmo. Después añadió: No hablemos de estas cosas demasiado pronto. Usted será el primero a quien daré cuenta de ellas cuando llegue el momento. Guardó silencio un instante y poniéndose de pie me dijo: No estemos aquí: esto huele a derrota.
Su padre fue mayordomo de un grande de España, quien, por los tiempos en que aún llamaban Pepito a don José, le empleó en una oficina pública para que no anduviera metiendo bulla todo el día en los pasillos del caserón señorial, y aquel rasgo de caritativo egoísmo determinó el porvenir del muchacho.
Un sentimiento de honda pena, una lástima dolorida llenó todo el espíritu de Delaberge... ¡No le faltaba más que ser el rival de su propio hijo! Lo que en él había de sensibilidad generosa, adormecida por una larga práctica del egoísmo y por la costumbre de no vivir sino para sí, despertóse súbitamente en su corazón.
Verdad es que la ley no los ha emancipado todavía, implacable en su miserable egoismo que niega el carácter de ciudadano al que no es cristiano.
Palabra del Dia
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