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Actualizado: 14 de junio de 2025
Hasta los otros espadas, con generoso compañerismo, le preparaban el toro para que acabase con él rápidamente. Pero Gallardo parecía ciego y sordo; sólo veía al animal para echarse atrás a la más leve de sus acometidas, como si el reciente revolcón le hubiese enloquecido de miedo.
¿Qué pajarracos son ésos? preguntaron Hans y Cornelio, sorprendidos. Pteropus eduli respondió el Capitán riéndose , o diciéndolo más claro, murciélagos gigantes, que esperan que se haga de noche para echarse a volar. Son enormes observó Hans . ¿Y qué hacen en esa rara posición? Duermen, después de haberse comido todas las frutas del árbol; pues son muy glotones respondió Van-Stael.
Es un prodigio de actividad; sufre accesos nerviosos en que la vida predomina tanto, que necesita saltar sobre un caballo, echarse a correr por la Pampa, lanzar gritos desacompasados, rodar, hasta que, al fin, extenuado el caballo, sudando él a mares, vuelve a las habitaciones fresco ya y dispuesto para el trabajo.
Desde la entrevista con su marido, Fortunata se puso tan inquieta, que Segunda tuvo que enfadarse para impedir que se levantara, pues quería hacerlo a todo trance. El chiquitín debía de encontrar novedad en lo tocante a provisiones de boca, porque estaba mal humorado, como si quisiera también echarse a la calle, en son de pronunciamiento.
Marquesa ó cursi, ama ó criada, éste es el uniforme del amor á semejante hora, lo cual sirve luego para echarse el muerto recíprocamente la señorita á la doncella y la doncella á la señorita, en caso de delación. La capa y el hongo del galán contribuyen al equívoco, pues todas las capas y todos los hongos son iguales á media noche.
Resolvió callar, disimular, ir a caza. «Allá en los prados de las marismas, cuando se quedara solo en acecho, en todo aquel día triste que iba a ser tan largo, meditaría... y a la vuelta, a la vuelta acaso tendría ya formado su plan, y consultaría con Tomás y le mandaría a desafiar al otro, si era esto lo que procedía. Por ahora callar, disimular. Aquello no podía echarse a volar así como quiera.
Vivió aún el infeliz cuarenta y ocho horas, y mientras tuvo alientos no cesaba de gritar: Señores, llévense de mi consejo: tranca y cerrojo..., nada de cerraduras..., la mejor no vale un pucho..., para toda chapa hay llave..., tranca y cerrojo, y echarse a dormir a pierna suelta...
Levantarse de madrugada cuando más a gusto se encuentra uno entre sábanas, echarse al monte, sufrir los rigores del sol y a veces los de las nubes, caminar todo el día con la lengua fuera, caerse, pincharse, ensuciarse, y de vez en cuando tropezar con uno de esos animalitos que se encuentran en todas las pollerías y restauranes de Madrid. Calla, calla, Tristán; estás diciendo disparates.
Mal lo hubiera pasado el valeroso caballero si no hubiera tenido un buen revólver de seis tiros, con el cual les apuntó exclamando: ¡Ahora vais á ver, cobardes, de qué os sirven las navajas! Los gañanes, al ver el arma, diéronse á la fuga. El caballero les persiguió largo trecho, obligándoles á echarse á un arroyo y pasarlo con el agua hasta la rodilla.
Le preguntó si había estado a verla su compañero de viaje el sacerdote, y se apresuró a responderle que no, de un modo tan vivo que le llamó la atención. Después supo que había enviado un recado al sacerdote diciéndole que almorzase solo y que pasase luego por su habitación. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado y tembloroso y echarse a la calle.
Palabra del Dia
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