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Actualizado: 25 de junio de 2025


Como todos eran hijos de la selva, persistieron en sus muestras de aprobación. Durante las horas de sol y de calor era cuando la selva dormía, sin un estremecimiento, sin un latido, con una calma de tumba.

Bolívar, que carecía del genio metódico de la guerra y de las calidades sólidas del político, derramó toda la poesía que rebosaba en su alma en bríndis, proclamas, discursos, boletines y acciones grandiosas dignas de la epopeya; procurando en esto marchar tras la huella de Napoleon, poeta en accion, cuyo genio militar se dilataba en presencia de las Pirámides ó evocando los recuerdos de la antigua Roma: y que se dormia bajo su tienda militar leyendo á Corneille ó á Ossian, como Alejandro leyendo á Homero, y derramando lágrimas de dolor á la idea de que no tendría un poeta semejante que cantase sus hazañas.

Su manera de vivir era un misterio para muchos, nadie sabía donde comía ni donde dormía: acaso tuviera un tonel en alguna parte. Camaroncocido no tenía en aquel momento la espresion dura é indiferente de costumbre: algo como una alegre compasion se reflejaba en su mirada. Un hombrecillo, un vejete diminuto le abordó alegremente.

Reposaban a la par el cuerpo exento de males y la conciencia libre de impurezas. De fijo hacía mucho tiempo que su madre no dormía así. Aquella misma tarde la duquesa mandó recado al capellán, rogándole que pasase a su gabinete. «¿Qué me querrá? se dijo Lázaro. Sabrá que no ignoro su falta?

Tu esposo está contigo, ángel mío. ¡Madre mía! ¡mi buena madre! Dichosa joven, dormía. ¿No es, repito, un digno convento, el convento de Santa Magdalena? ...¡La muerte! CERVANTES, «Don Quijote». El levante es un viento del Este; cuando sopla, palidecen hasta los marinos más intrépidos.

Todavía en aquellos tiempos se dormía la siesta, y al día siguiente de aquel 16 da Julio fue cuando la Providencia dispuso que el Gobierno durmiera una siesta célebre.

Emma tenía los ojos cerrados. Su esposo no se fiaba y le acercó un oído a la boca. Su respiración tenía el ritmo regular del sueño. Podía ser fingido. No se sabía si dormía o no. En cuanto a llamarla, hacía tiempo que había renunciado a semejante prueba.

Antes de media noche llegó Pepe, y Leocadia, que le estaba esperando, entró con él a la alcoba de sus padres, donde doña Manuela dormía profundamente y don José aguardaba desvelado. Leocadia oyó sin chistar el corto diálogo que sostuvieron padre e hijo. Pepito, ¿no te choca esto? Mucho, pero no atino con la causa. Es que ni una palabra... ¿a tampoco te ha dicho nada? Tampoco.

Era quizás perfectamente injusto, quiero creer que ningún fundamento tenían las suposiciones descorteses que había hecho; pero veía en él al marido de la condesa De Nièvres, a través de suspicacias muy poco lúcidas, y con razón o sin ella, aquellas suspicacias me lo presentaban reservado, sospechoso, casi hostil. Habían llegado por la mañana. Julia, indispuesta y cansada, dormía.

Todo aquello pasó ya, pero he tenido hace poco un sueño, Juan, he soñado con una mujer, en quien encontrarías lo que a me faltaba y miró amorosamente al tierno capullo que dormía a su lado, y que amarías como me has amado. ¿No es verdad? Y le clavó sus ojos, que despedían un postrer destello de luz. Juan le estrechó la mano, pero no contestó.

Palabra del Dia

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