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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Su padre, que tenía el sueño fuerte, no estaba tal vez enterado a aquellas horas del suceso. Ya podía ladrar el perro y sonar junto a la alquería tantos disparos como en una guerra; el buen Pep, cuando se acostaba cansado de sus faenas diurnas, era insensible como un muerto. Los demás de la casa habían pasado una noche de angustias.

Un oficial examinaba desde él la línea enemiga para apreciar la exactitud de los disparos. Mientras sus camaradas estaban debajo de la tierra, ó disimulados por el ramaje, él cumplía su misión desde este punto visible. A corta distancia de la torre se abrió ante sus ojos un pasillo subterráneo. Descendieron por sus entrañas lóbregas, hasta dar con varias habitaciones excavadas en el suelo.

Presentía una descarga general, una granizada de balas. Pero los perseguidores dudaron unos segundos, desorientados por la obscuridad, no sabiendo si era el capitán el que había caído por segunda vez. Sólo al ver á un hombre que corría hacia el buque conocieron su error y reanudaron los disparos. Ferragut pasó entre las balas, por el borde del muelle, á lo largo del Mare nostrum.

Son construcciones curiosas. ¿Estará habitada? preguntó Van-Horn. Pronto lo sabremos. Por la noche los inquilinos levantan los bambúes con entalles o muescas que les sirven de escaleras para subir. Si a esta cabaña le faltan esas escalas, es que está habitada. Si lo estuviera, los papúes habrían oído nuestros disparos y no estarían durmiendo ciertamente observó Hans.

El triunfo hacía que por un momento se identificasen desde el general Mendieta, que sereno y reflexivo, daba órdenes, hasta el último soldado que hacía funcionar una ametralladora y se animaba cuando veía que á sus disparos, caían muertos ó heridos los enemigos de la paz.

Los cazadores regresaban hacia la casita, donde se oía chisporrotear una gran hoguera de sarmientos. Conversaban con la escopeta al hombro, discutían los disparos hechos, y mientras tanto sus perros seguíanles jadeantes, con la lengua colgando... Van a almorzar me dijo mi compañero; vamos a hacer nosotros lo mismo que ellos.

Corrían las señoras á refugiarse en San Nicolás, y los curiosos de las aceras, huyendo de los disparos, se arrojaban de cabeza dentro de los cafés, rompiendo cristales y volcando sillas y mesas. En un momento se formó un gran vacío en la plaza, quedando sembrado el suelo de garrotes, sombreros y boinas. Algunos heridos se arrastraban, manchando de sangre el suelo del paseo.

El perro de Can Mallorquí, excitado por los disparos, ladraba lúgubremente. A lo lejos, otros perros le contestaban. El aullido del hombre se alejó, con incesantes repeticiones, cada vez más remoto, más débil, hundiéndose en el misterio azul de la noche. Apenas rompió el día, el Capellanet se presentó en la torre. Lo había oído todo.

Pepe no le vio; pero Pateta se fijó en él y hubo un momento en que, interrumpidos los disparos carlistas, el gatera madrileño, que iba trepando cuesta arriba como una alimaña del monte, oyó clara y distinta la voz de aquel hombre que, agitando furiosamente el sable, gritaba a los de la trinchera: ¡Quietos ahora! ¡quietos, y luego tirar a los oficiales!

Estoy tranquilo en cuanto a ese punto dijo el Capitán . Tenemos municiones para mil disparos por lo menos, y acabaremos con todos antes de que consigan derribar la choza. ¿Creéis que repetirán el ataque? Después de esta segunda lección que han recibido, presumo que no se atreverán a acercarse. Parapetémonos en la plataforma, y estemos dispuestos a hacerles fuego al menor intento de avance.

Palabra del Dia

bagani

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