United States or Niger ? Vote for the TOP Country of the Week !


La he ocultado cuidadosamente mis tristezas y mis temores, como el señor Roussel disimulaba delante de usted sus agitaciones.... Pero, Dios mío, señorita, ¿por qué esa hostilidad? ¿Qué son ustedes el uno para el otro? Somos primos hermanos y hemos estado para casarnos. Mauricio no encontró una sola palabra que responder.

Le tomó una mano, y al contacto del guante canelo, que por su delgadez apenas disimulaba la dureza de los dedos fosilizados, Salvador sintió que se le comunicaba un frío glacial, llegando hasta su corazón.

Sin saberlo, el Marquesito le hacía daño cada vez que le hablaba de tal asunto y le proponía planes de ataque y medios para entrar en la plaza por sorpresa. «¿Cuándo había necesitado él, Mesía, socorros por el estilo? ¿Cuándo había permitido a nadie saber el cómo y a qué hora vencía a una mujer?... ¡Y esta señora le humillaba así! ¡Cómo se reiría de él Visita, aunque lo disimulaba; y el mismo Paco! ¿qué pensaría? ¡Ah Regenta, Regenta, si venzo al fin!... ¡ya me las pagarás!». Pero ya no esperaba vencer; lidiaba desesperado.

Había, no obstante, un personaje que no llevaba bien aquel alboroto, sino que estaba escandalizado de la constante huelga, si bien lo disimulaba y sufría porque era prudentísimo. Era este personaje el administrador o comisionista encargado de las mercancías y de sus ventas, compras y cambios.

Di para acreditarme de rico que lo disimulaba, en enviar a mi casa amigos a buscarme cuando no estaba en ella. Al fin, preguntó por don Ramiro, «un hombre de negocios rico, que hizo agora tres asientos con el Rey». Desconociéronme en esto las huéspedas y respondieron que allí no vivía sino un don Ramiro de Guzmán, más roto que rico, pequeño de cuerpo, feo de cara y pobre.

Adivinó todo el calor de alma que la altiva joven disimulaba por una especie de pudor bajo sus heladas apariencias, y su pasión, un momento en derrota, lo ganó de nuevo por entero. Marcela volvió al castillo y Beatriz se puso a la obra bajo la vista del maestro. Acababa de dibujar una especie de chalet, cubierto por una enredadera que servía de habitaciones al jardinero.

El que así hablaba era un hombre fornido, de áspero bigote, estrecha frente, pelo hirsuto y fuerte, rebelde a peines y cepillos, con las puntas hacia adelante, y quijada brutal, que se disimulaba un tanto bajo una sonrisa bondadosa.

Obdulia, que disimulaba mal su aburrimiento mientras se hablaba de cuadros, ojivas, arcos peraltados, dovelas y otras tonterías que no había entendido nunca, se animó con la presencia del Magistral de quien era hija de confesión, por más que él había procurado varias veces entregarla a don Custodio, hambriento de esta clase de presas.

Los hospedajes eran infernales, pero los suplía con ventaja la caridad de los aldeanos, excitada por el Sr. Zorraquín. En algunas partes les trataron tan a cuerpo de rey, como si fueran familiares del Infante, y el astuto sacerdote no disimulaba sus opiniones para verse de este modo mejor agasajado y atendido.

Miss Darling se destacaba en aquella sociedad ficticia por una nota muy personal: la sinceridad. Tal como era, así se mostraba, sin ningún cuidado de la opinión ni del efecto que pudiera producir. Cuando le gustaba una cosa, lo decía; y tampoco disimulaba lo que le inspiraba desprecio. Tenía lo que más falta en esta sociedad indecisa y flotante a pesar de su aplomo afectado: la solidez.