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Reflexionando sobre esto, relacionó el disimulo de Mauricio y de Roussel con la vigilancia ejercida por la señorita Guichard; y los disfraces de los unos le pareció que correspondían exactamente á las medidas de la otra.

Duelos, celos, peleas con la justicia, entrada y salida de personajes, declaraciones amorosas, disfraces, naufragios, martirios, apariciones maravillosas y aventuras de toda especie, se juntan en confuso desorden, sin objeto ni fin concreto.

Bajaban coches de lujo, cuyos cocheros gritaban para evitar el desorden y los atropellos. Deteníanse los vehículos atarugados, y la gente, refugiándose en las aceras, se estrujaba como en los días de pánico. La tienda del viejo Schropp detenía a los transeúntes. Como se acercaba Carnaval, todo era cosa de máscaras, disfraces, caretas.

No pagar feudo a mesones y hosterías, no siendo tan devoto para romero, y sospechando que mi vestido de soldadesca me reclutase a fuerza viva para esas banderas de Italia, resolví cobijarme uno de tantos disfraces como aprendí y estudié con la noble caballería de la industria.

Y para que nada se haga impropio del orden eclesiástico, prohibe el santo concilio que todos los que hayan recibido las sagradas órdenes ó que tengan beneficios eclesiásticos, se cubran con máscaras ó disfraces en cualquier lugar y tiempo, ó que representen papel alguno en cualesquiera espectáculos y juegos. Tolet., a. 1565, act. cap.

Todos los años se repiten las mismas gracias, con igual éxito y causando idéntica algazara y regocijo. Pero el jueves de Comadres es el día señalado entre todos para divertirse y echar abajo los talleres. Desde por la mañana llegan las cestas con los disfraces; y obtenido el permiso para bailar y formar comparsas, las oscuras y tristes salas se trasforman.

Esto no es cierto: es una mentira fraguada en esos obscuros conciliábulos de cierto palacio que no quiero nombrar. Siempre fué enemigo de la libertad. Todos le conocéis: es un enemigo encubierto de la libertad. ¡Abajo los disfraces! Mucha atención, ciudadanos. No os descuidéis. Estad alerta, ó si no, ¡ay de la libertad!

Recuérdense sus comedias de capa y espada, y en todas ellas se nos ofrecen los mismos resortes dramáticos: celos de amantes de ambos sexos; luchas del amor con sospechas de padres ó hermanos severos, ó con los deberes de amigos ó de súbditos; disfraces de mujeres con el velo; mudanzas de domicilio y de nombre; entradas secretas y casas de dos puertas.

Permanecían allí, satisfechas de sus disfraces, pero aburridas, con la careta en la mano, jugueteando como niñas. Al ver a Maltrana habían vuelto a enmascararse, y se agitaban en torno de él, empujándolo, cogiéndole por las solapas, gritando, con una algazara semejante al cloquear de un gallinero: ¡No me conoces!... ¡No nos conoces!

Ordena, además, ¡oh deidad poderosa! á todos los poetas españoles, que han dividido entre , como piadoso legado, la capa y el espíritu de su maestro Lope, que prosigan escribiendo comedias; y que Montalbán, tan aplaudido hasta ahora, no se deje arrastrar de la censura de cierto crítico, por haber sido demasiado complaciente con el público en su comedia La vizcaína, haciendo aparecer un mismo personaje bajo tres disfraces distintos; antes bien, que continúe escribiendo siempre, que siempre acertará como debe esperarse de tan inspirado poeta, y que sus obras alcanzarán la aprobación general, mientras imite á Lope su gran maestro.