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Actualizado: 30 de abril de 2025


Más abajo se divisa el tercer piso de la casa; bajando más la vista, el segundo, y, por fin el principal. En éste hay un cierro de cristales con flores, pájaros y ...¡otra cosa! Alejo miraba continuamente la otra cosa, que contenía el cierro. ¿Diremos lo que era? Pues era una dama.

Sin embargo, para que el lector lo sepa todo, diremos que dentro de tres días tenía que predicar el sermón de la elección; y como semejante acto formaba una época honrosa en la vida de un eclesiástico de la Nueva Inglaterra, el Sr. Dimmesdale no podía haber escogido una oportunidad más conveniente para terminar su carrera profesional.

La generalidad de los hombres, ó mejor diremos, todos, ignoran completamente de qué manera la tierra vegetal concurre al desarrollo de las semillas y al crecimiento de las plantas; ni cual es la causa de que unos terrenos se adapten mejor que otros á determinadas producciones; pero siempre se ha visto así, y esto es suficiente para que se crea que una cosa depende de otra, y para que al ver la segunda deduzcamos sin temor de errar la existencia de la primera.

Mas al llegar a ella y cuando ya se disponía a comer del fruto prohibido surgió de entre los árboles un hombre, ¿qué diremos un hombre? ¡Un monstruo! Gastaba zamarra negra, sombrero ancho de fieltro. Las barbas le llegaban hasta el vientre. El color de su rostro era moreno aceitunado, la nariz ancha, los ojos atravesados y todo el conjunto espantable.

Si quiere usted tener segura la entrevista que desea, se lo diremos al padre Gracián, jesuita, excelente sujeto que viene aquí algunas tardes, y después solemos ir a tomar chocolate a casa de Maroto, adonde va también el Padre Carasa.... Pues bien, Gracián es amigo del Sr.

Es tan malo de aqueste su gobierno, Que en sus penas á todos ver quisiera, Con saber que de aquesto la ganancia Que le viese, es tormento en abundancia. ¿Qué diremos de aquel gran marinero Carreño, que en tres dias vino á España De las Indias, trayendo mal tempero, Huracanes, tormenta muy estraña?

Hemos atravesado ya dos edades de barbarie. En la primera, diremos como Homero: «El mar estérilEs surcado únicamente para buscar al otro lado tesoros fabulosos ó grandemente exagerados. En la segunda, notóse que la riqueza del mar consiste sobre todo en él mismo, y quisimos arrancársela, pero de una manera ciega, brutal, violenta.

En cuanto á Dorotea, no diremos que el duque se alegrase de su muerte. Pero el corazón humano es un abismo. Dorotea era un cocodrilo alimentado con oro. Le sacrificaba. Viva Dorotea, no era posible dejarla. ¿Qué se hubiera dicho de la magnificencia del duque de Lerma? No dejándola, era preciso satisfacer sus gastos. Por la muerte de Dorotea heredaba Lerma un tesoro.

Aquel es de valor y grande estima Que sabe con prudencia gobernarse: Diremos con razon tener la prima Aquel que vemos sabe resguardarse Con gran maña en el arte de la esgrima, Y

Mas no pone temor esta destroza A D. Pedro Guadix y de Mendoza. D. Pedro de Guadix, como diremos, Despues de haber de Roma malvenido, Cuando hubo disencion en los supremos, El gobierno Argentino hubo pedido. Empero algun tanto ahora descansemos, Que no le dejaremos por olvido, Pues su hambre rabiosa y grande ruina Ayuda á lamentar á la Argentina.

Palabra del Dia

bagani

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