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Su carácter no participó, sin embargo, de tal prosperidad. Notose que a medida que se enriquecía tornábase pálido, flaco y malhumorado, y su recelo e inquietud crecían cuanto más aumentó la popularidad de su mujer.

Pintóse la consternación en todas las caritas, y mientras pálidos y constrictos se alineaban los reos a la izquierda, notóse en la multitud ese desasosiego que precede siempre en ellas a las resoluciones heroicas o desesperadas.

Notóse entonces que Manuel, el nuevo miguelete, dió un retemblido y retrocedió un poco, como para ocultarse detrás de sus compañeros... Al propio tiempo Heredia fijó en él sus ojos; y dando un grito y un salto como si le hubiese picado una víbora, arrancó á correr hacia la calle de San Jerónimo. Manuel se echó la carabina á la cara y apuntó al gitano...

Se lo daré yo, poquito a poco.... Que respire bien el vinagre... Notóse días después alguna mejoría en el estado general de la señora de Ulloa, con lo cual el capellán revivió y se le animó también el marchito semblante.

Hemos atravesado ya dos edades de barbarie. En la primera, diremos como Homero: «El mar estérilEs surcado únicamente para buscar al otro lado tesoros fabulosos ó grandemente exagerados. En la segunda, notóse que la riqueza del mar consiste sobre todo en él mismo, y quisimos arrancársela, pero de una manera ciega, brutal, violenta.

El banderillero quedó mudo por la sorpresa. En el cuarto del espada sonaron unos cuantos juramentos acompañados de roce de ropas y el golpe de un cuerpo que rudamente se echaba fuera del lecho. En el que ocupaba doña Sol notose también cierto movimiento que parecía responder a la estupenda noticia. Pero ¡mardita sea! ¿Qué me quié ese hombre? ¿Por qué se mete en La Rinconá? ¡Y justamente ahora!...

Extendió la muleta, quedando plantado ante el animal, pero a alguna distancia, no como otras veces, en las que enardecía al público tendiendo el trapo rojo casi en el hocico. Notose en el silencio de la plaza un movimiento de extrañeza, pero nadie dijo nada.

Al cabo de ellos, notóse que la afluencia de curiosos era sobradamente numerosa; se temió, no sin fundamento, un atropello feroz en el caso probable de una paliza popular; vióse, con justificable desagrado, que el gremio de modistas y de costureras, aprovechándose de los perdidos ecos de la orquesta, bailaba también á su compás en un prado inmediato; y, por último, se observó con indignación que más de una pareja de aquel campo, intrusándose á la descuidada en el vecino, danzaban en él después con una familiaridad que rayaba en provocación.