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En vano con el raciocinio quería arrancársela; pero ¿de qué servía la razón, si era tan niño entonces como la que dormía en el ataúd, y daba más importancia á un juguete que á todas las cosas de la tierra y del cielo?

Era peligroso seguir allí y hundí otra vez las espuelas en los ijares de mi caballo, a la vez que clavaba mi espada en el pecho del rufián que tenía delante. La bala de su revólver me rozó una oreja; tiré de la espada, pero no pudiendo arrancársela del cuerpo la solté y salí a escape en seguimiento de Sarto, a quien divisé en aquel momento a unas veinte varas de distancia.

Asustados todos salieron á la calle y se precipitaron á ver lo que tanto ruido significaba. La puerta de la tía Basilisa estaba abierta y por ella vieron á la terrible vieja tratando de desasirse de su hija y de su yerno para arrojarse sobre el desgraciado Celso que tenía la guitarra metida en la cabeza hasta el cuello y forcejaba por arrancársela.

Un indio, atravezado con una lanza por el pecho, tuvo la ferocidad de arrancársela con sus propias manos, y despues seguir con ella á su enemigo, todo el breve tiempo que le duró el aliento: y otro, á quien de un bote de lanza le sacaron un ojo, persiguió con tanto empeñó al que le habia herido, que si otro soldado no acaba con él, hubiera logrado quitar la vida á su adversario.

Hemos atravesado ya dos edades de barbarie. En la primera, diremos como Homero: «El mar estérilEs surcado únicamente para buscar al otro lado tesoros fabulosos ó grandemente exagerados. En la segunda, notóse que la riqueza del mar consiste sobre todo en él mismo, y quisimos arrancársela, pero de una manera ciega, brutal, violenta.

Luego, estrujándole con fuerza la máscara sobre el rostro, acabó por arrancársela con rabioso tirón. San Vicente desenvainó a su vez, y exclamando: «¡Muera!», se arrojó sobre su rival. Pero éste le esperaba ya con el acero tendido. Gonzalo se detuvo, y blandiendo furiosamente la espada, gritó de nuevo: Pida perdón el alevoso. Vos a , villano, por vuestras calumnias menguadas.