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Actualizado: 23 de mayo de 2025
11 Les diréis así: dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. 12 El que hace la tierra con su potencia, el que pone en orden el mundo con su saber, y extiende los cielos con su prudencia; Avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor, porque mentira es su obra de fundición, ni hay espíritu en ellos;
Sólo falta que vos me digáis si queréis casaros conmigo. Vuestra duda es impía, doña Clara: ignoro por qué habéis cambiado vuestros desdenes de anoche. Los ha cambiado este rizo. Pero ese rizo... Es mío. ¿Y no me diréis más? Luego; después de las bendiciones, á solas con vos.
4 Y diréis en aquel día: Cantad al SE
Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser. "No diréis, tío, que os lo bebo yo, decía, pues no le quitáis de la mano." Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.
Y así luego, aunque la señora le rogó por mí, movida de lo que la servía, no aprovechó: mandóme desatacar, y azotándome, decía tras cada azote: "¿Diréis más Poncio Pilato?" Yo respondía: "No, señor"; y respondílo dos veces a otros tantos azotes que me dio.
Pues yo, para no ser menos contesté , digo que cuando termine la guerra me casaré también. «¿Y con quién?», diréis. Pues me caso con una condesa. ¡Con una condesa! Sí, señores, con una condesa que posee todas estas tierras que estamos viendo y otras más allá, y tiene dos escudos con ocho lobos sobre plata y catorce calderos, con media cabeza de moro y un letrero que dice...
La fugitiva cabra, temerosa y despavorida, se vino a la gente, como a favorecerse della, y allí se detuvo. Llegó el cabrero, y, asiéndola de los cuernos, como si fuera capaz de discurso y entendimiento, le dijo: ¡Ah cerrera, cerrera, Manchada, Manchada, y cómo andáis vos estos días de pie cojo! ¿Qué lobos os espantan, hija? ¿No me diréis qué es esto, hermosa?
No faltó, sin embargo, en Sevilla por aquellos años poeta que viendo un Cristo crucificado, de Pacheco, en que la ejecución quedaba muy por bajo del pensamiento, dijese: ¿Quién os puso así Señor tan descarnado y tan seco? Vos me diréis que el amor, mas yo digo que Pacheco.
El llamado era el secretario del conde de Haro. Poned una carta para la abadesa de las Descalzas Reales, en que la diréis que entregue mi hija la señora doña Juana, al aya doña Guiomar; al momento, al momento, y que me perdone si no voy yo en persona porque el catarro no me deja.
10 vendréis y os pondréis delante de mí en esta Casa sobre la cual es llamado mi nombre, y diréis: Libres somos para hacer todas estas abominaciones? 11 ¿Es por ventura cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta Casa, sobre la cual es llamado mi nombre? He aquí que también yo veo, dijo el SE
Palabra del Dia
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