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Actualizado: 29 de junio de 2025
Ciento seis poetas y poetastros españoles rivalizaron á porfía en ornar su tumba con odas, décimas, glosas, sonetos, epitafios y elegías, y suministraron á Montalván los materiales para elevarle el honroso monumento, que consagró á su difunto amigo y maestro, con el título de Fama póstuma á la vida y muerte del doctor Fr.
Concluídas las fiestas se abre una fosa al pié de la misma casa, y el pariente más inmediato del difunto coge el onlong ó sea un manojo encendido de hojas secas, y con él sahuma el hoyo á la par que pronuncia estas palabras sacramentales.
Ya bastante crecido, todavía iba ella a acostarle por las noches, rezando con él un sinfín de oraciones inocentes, y esperando sentada, con los brazos cruzados, a que se durmiese, para salir de la alcoba sobre la punta de los pies. Al llegar a la pubertad no tuvo más remedio que pensar en la carrera de su hijo, porque el difunto marqués dejó prevenido que la siguiese.
¡Mi amo! dice el otro, mirándolo con el rabillo del ojo por debajo de la visera de su gorra... Llevo veintiocho años a vuestro servicio... y vuestro difunto padre ha sido siempre bueno conmigo... ¿Para contarme eso has venido a despertarme a media noche?...
En todas estas ocasiones se pagaba bien al hechicero. Sin embargo, la profesion de estos hechiceros es muy peligrosa, porque sucede muchas veces que cuando muere algun gefe indio, matan algunos hechiceros, y especialmente si habian tenido disputa con el difunto, respecto que los indios echan por lo comun la culpa á estos hechiceros, y á sus demonios.
¡Ah! dijo Francisco Montiño, recordando el pasaje de la carta de su difunto hermano, en que se refería al conocimiento de Juan con Quevedo . ¡Ah, sí! ¡Es verdad! ¿Y qué es verdad? dijo Juan. ¿Qué ha de ser verdad, sino que hace dos años anduvo huído por unas estocadas don Francisco? Pues amigo mío dijo el bufón , don Francisco os espera. ¿Que me espera? ¿Y dónde?
Ella, sin embargo, negaba a cada uno de sus amantes todas sus relaciones anteriores, menos las de Mesía. Eran su orgullo. Aquel hombre la había fascinado, ¿para qué negarlo? Pero sólo él. Era viuda y jamás recordaba al difunto; parecía la viuda de Alvarito; «¡era su único pasado!». Aquella tarde estaban guapas las dos; era preciso confesarlo. Por lo menos Paco Vegallana lo confesaba ingenuamente.
Has pasado dos noches fuera de casa. La una yendo á cerrar los ojos á mi difunto hermano; la otra sirviendo á su majestad. No hablemos más de eso; yo me alegro de que mi marido sea hombre de bien. Montiño tuvo impulsos de echarlo todo á rodar; pero era por una parte su mujer tan bonita... y, además, no quería dar al público sus asuntos domésticos, y estaba delante del alguacil.
Al bajar al jardín, la generala, apoyándose sentimentalmente en mi brazo, murmuró, junto a mi oído: Ay, ¡quién pudiera vivir en esos palacios apasionados donde verdean las naranjas!... ¡Allí sí que se ama, generala! le dije en secreto, llevándola dulcemente hacia la obscuridad de los sicomoros. Fué necesario todo un largo verano para descubrir la provincia donde residía el difunto Ti-Chin-Fú.
Otra cosa había propuesto también el primogénito, a la que accedieron gustosos los otros dos hermanos. Cuando murió D. Nicolás Rubín, todos los ingleses cobraron con las existencias de la tienda, a excepción de uno, que había sido el mejor y más fiel amigo del difunto en sus días buenos y malos.
Palabra del Dia
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