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Actualizado: 12 de mayo de 2025
El licenciado Juan de Costa, catedrático en la universidad de Salamanca, decia: «que despues de cotejar detenidamente una i otra obra, vino en conocimiento de que Orta solo dibujó las primeras líneas, y que Acosta puso las vivas colores; pues puso en perfeccion lo que él habia comenzado.»
Los ojos del pintor se apartaron un momento del dibujo para fijarse con aire de extrañada simpatía en el bello rostro de su amigo. ¡Vamos! ¡Ya! quieres ensayar un segundo estilo... quieres saber si en materia de amor, hay algo más superior, algo que aventaje a eso que en lenguaje de mostrador se llama bisutería. Y bien, ¿qué te falta para realizar tan poético ensueño? Una mujer. Exactamente.
Yo le he puesto á usted en libertad, pero no he sido más que un intermediario. Lázaro comenzó á ver obscura la situación. Paráronse, y se miraron. La sonrisa que en aquel momento se dibujó en los labios de Claudio, le pareció al otro cosa de muy mal agüero, y empezó á bajar á su favorecedor del alto pedestal en que le había puesto.
Una sonrisa sarcástica se dibujó en sus labios; aquella noche tenían ellos el banquete en la pansitería para celebrar la muerte de la Academia de Castellano. ¡Ay! suspiró; como los liberales en España sean cual los tenemos aquí, ¡dentro de poco la Madre Patria podrá contar el número de sus fieles!
Sus facciones bastas y abultadas no carecían de hermosura, por la proporción y buen dibujo; hermosura de mascarón escultórico, miguel-angelesco, para decorar una imposta, ménsula o el centro de una cartela, echando de la boca guirnaldas y festones.
Esto es una sinfonía de colores, una verdadera sinfonía. ¡Sinfonía de colores! Una fraséenla que había pescado en una de esas críticas que hablan del «colorido» y el «dibujo» de la música y la «armonía » y los «acordes» de la pintura.
María se ruborizó á estas palabras de su hermano, pero no apartó los ojos de Tragomer y dibujó en sus labios una sonrisa. Volvió en seguida á Jacobo á quién no se cansaba de ver, de tocar y de besar. Marenval, apoyado en la pared de la cámara presenciaba esta escena conmovedora sin tratar de contener su enternecimiento.
Eran de tejido de algodón, traído de Gibraltar, de contrabando; el dibujo, el que entonces estaba de moda, y se llamaba Arco Iris, por ser una reunión de los colores más opuestos y menos capaces de armonizar entre sí. No parecía sino que el fabricante había querido burlarse de sus consumidores andaluces.
Es cierto que me dirigió una de esas miradas que siempre tiene para enloquecerme a su gusto. Apuesto la vida a que también a ti te ha mirado alguna vez así... y a Castilla... Te apuesto la vida. Una vena azul se dibujó en las sienes de Julio y la serenidad de su semblante desapareció por algunos segundos. ¿Aceptas la apuesta? insistió Muñoz.
Alguna que otra dalaga, adornada con cuantos objetos relucientes ha podido encontrar, pasa por delante de nosotros con dirección á la iglesia ó á la casa del hermano, que de seguro es lo menos capitán pasado ó cabeza, de Barangay, sociales jerarquías que le dan opción al vos en el trato, á un asiento en la principalía y á un trozo de banco que procurará esté cerca, ó del canuto donde coloca el Gobernadorcillo el bastón, ó del tallado del respaldo que representa todo lo representable, pues en cuestión de dibujo y de talla los indios no atascan, y llevan su despreocupación hasta un punto que hemos visto el retrato de un General muy conocido, sustituído su nombre por el del bienaventurado Santiago, y todo porque el general está retratado á caballo y tiene algunos moros á sus piés.
Palabra del Dia
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