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Actualizado: 8 de mayo de 2025


La fecunda, diabólica fantasía de Amalia se puso a inventar tormentos con que saciar el odio que la devoraba. Necesitaba ver sufrir. Josefina fue enviada descalza abajo con una misiva escrita en lápiz para Concha. El papel decía: «Concha, ahí te envío a esa picaruela. Castígala como mejor te parezcaAmalia había adivinado, en su doncella, al verdugo.

A ver, a ver interrumpió el pobre hombre acercando más su silla a la mía, mientras se pintaba en sus ojuelos chispeantes la curiosidad que le devoraba. No crea usted que se trata de una cosa del otro jueves añadí sonriéndome. Sea del otro jueves o del otro sábado, ¡venga esa cosa por derecho y sin envoltorios, hombre! me respondió con un brío inconcebible en su extenuación cadavérica.

Todos los flirts le habían preparado poco para apreciar aquel noble y grande amor que se expresaba con tanta abnegación. ¿Qué palabras de amor había pronunciado Juan? Ninguna. La pasión pura que lo devoraba no precisaba de palabras para que la joven estuviese segura de su intensidad, más segura que de la que otro, no hacía mucho tiempo, le afirmaba sentir con declaraciones y juramentos.

El astro soberano al descender tras el roquero monte que cierra el fertil llano, trasunto hermoso del Edén cristiano dibujaba en el mágico horizonte. Tus ojos, como espejos reflejaban también aquellos rojos y dorados reflejos: tu mirabas allá, lejos, muy lejos... y yo te devoraba con mis ojos. ¡Perdóname, bien mío!

La ambicion que devoraba a los demas me era desconocida; su objeto no era el mio ... mis placeres, mis penas, mis pasiones y mi caracter me hacian parecer un estrano en medio del mundo. Aunque revestido de la misma forma de carne que las criaturas que me rodean, no sentia ninguna simpatia por ellas ... una sola ... pero yo hablare de ella luego.

Además, en la popa estaba el cañón, resguardado por una caperuza de lona, pronto á entrar en funciones. Vió casi realizados los ensueños de su niñez, cuando devoraba historias de corsarios y novelas de aventuras marítimas. Le era lícito titularse capitán «de mar y guerra», como los antiguos navegantes.

Los curiosos se apiñaban tras las cortinas, y Currita, en primera fila, devoraba a Jacobo con la vista; Martínez, a su lado, estrujado casi contra el quicio mismo de la puerta, no podía verle, mas prestaba oído atento, lleno de ansiedad, mordiendo con la cabezota baja el puño de su garrote.

Otro lector asiduo era un joven opositor a fiscalías y registros que devoraba la Gaceta sin dejar una subasta. Era un Alcubilla en un tomo: sabía de memoria cuanto se ha hecho, deshecho, arreglado y vuelto a destrozar en nuestra administración pública.

En el tiempo de la libertad de la imprenta leía o devoraba don Cándido los muchos papeles públicos que veían la luz, y llegó a formar alta idea de todo hombre capaz de escribir para el público; cosa que él vea, por consiguiente, en letra de molde, tiene para él una autoridad irrecusable, porque cuando ve que hay quien se toma la pena de imprimirla, mecanismo de que no tiene idea alguna, dice para : ¡sabido se lo tendrá!

«La hogaza de pan con peso de tres libras dice Martín Villa subió á 24 y 30 reales: las familias acomodadas sintieron la escasez y miseria: los más pobres y los más desvalidos fallecían desmayados en las calles, y en las casas más caritativas se cuidaban de poner con aseo y alguna decencia, arrimados á la pared de la calle, los despojos de la cocina para que los indigentes pudiesen rebuscar entre ellos alguna cosa con que aliviar el hambre que los devoraba

Palabra del Dia

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