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Actualizado: 11 de julio de 2025


Apuntando con su paraguas a una esquina de la acera de enfrente, añadió el buen hombre lo que sigue: ¿Ve usted aquella casa donde dice en letras muy gordas Licores? Pues allí encontrará usted al borracho. Y se marchó riendo y a prisa para reunirse a la cuadrilla que había seguido andando mientras él se detenía.

Esta raya no se detenía en parte alguna, y avanzaba despacio y con precaución, custodiando sus dos leguas de convoy.

Se fatigó de aquellas calurosas expresiones de amor que no encontraban la debida correspondencia. Tristán cada día más frío, más serio, más encerrado en mismo, detenía sus caricias y congelaba sus expansiones. El malestar fue creciendo y el alejamiento de los esposos haciéndose más ostensible.

Don Paco obedecía y venía, de suerte que de diario Juanita le veía entrar, cuando ella estaba en la antesala, si bien don Paco, desdeñado y despedido, no se detenía a hablar con ella y pasaba de largo, limitándose a decir buenas noches. Juanita contestaba al saludo con fingida indiferencia; pero a hurtadillas miraba a su antiguo pretendiente, y cada ves que le miraba le encontraba mejor.

Al otro lado del rocín, ayudando cuando el vehículo se detenía en un mal paso, iba un muchacho de unos once años. Su exterior grave delataba al niño que, acostumbrado á luchar con la miseria, es un hombre á la edad en que otros juegan. Un perrillo sucio y jadeante cerraba la marcha.

Como en los primeros meses ignoraba el francés, detenía en la calle á los clérigos para hablarles en latín. Había malvivido siendo maestro de guitarra y dando conferencias en un Instituto Políglota, cuyo público no concedía la menor atención al tema, buscando únicamente acostumbrar su oído á la pronunciación española. ¡Siete francos y medio por hablar hora y media!

19 Y cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza del SE

Detenía repentinamente su lengua, con una expresión de inquietud en el rostro. Miraba indeciso en torno de él, como si temiese que fuera á abrirse un precipicio ante sus pies. No olvidaba nunca los respetos debidos á todo visitante de sus dominios, y preparó dos «refrescos». Por primera vez iba á obsequiar á Esteban en esta vuelta de viaje.

En su discurso citó infinitas veces los nombres de Cobden y la Liga de Mánchester, sobre los cuales se detenía con particular cariño, tanto que Miguel en una temporada no le llamó más que «el coaligado de MánchesterAlgunos de los socios salieron del salón antes de concluir; la mayoría, no obstante, se quedó escuchándole con atención. Al terminar le dieron algunos aplausos de cortesía.

De vez en cuando se detenía a la sombra de un álamo y levantaba la cabeza como si venteara ese aire húmedo e imperceptible para los hombres, pero que al delicado olfato de la raza canina le indica la fuente o el codiciado charco donde apagar su sed.

Palabra del Dia

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