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Actualizado: 5 de octubre de 2025
Pero en una naturaleza como la suya, estas impresiones, estos desconciertos, no acusaban un estado patológico de los que minan y destruyen, sino un aspecto del espíritu, de los que nutren y vivifican.
Porque ya se sabe que la hermosura de algunas mujeres tiene días y sazones, y requiere accidentes para diminuirse o acrecentarse; y es natural cosa que las pasiones del ánimo la levanten o abajen, puesto que las más veces la destruyen.
Baste de introducción y empiece el diálogo. El arrogante D. Valentín habló primero y dijo: Vamos, hombre; confiese usted que no hemos debido sufrir tantas ofensas y amenazas de intervenir con las armas en nuestras discordias civiles; jactanciosa seguridad de acogotarnos en un dos por tres, derrotando nuestro ejército y echando á pique nuestra flota; y envío incesante de aplausos á los insurrectos, de insultos feroces á los leales, y de armas, municiones, dinero, víveres y toda clase de auxilios á los que devastan, incendian, saquean y destruyen la riqueza de Cuba, para pedirnos luego indemnización por los mismos estragos y ruinas, que sin el favor de los yankees jamás se hubieran causado.
En 1869, cuando demolieron la iglesia de Santa Cruz, Estupiñá pasó muy malos ratos. Ni el pájaro a quien destruyen su nido, ni el hombre a quien arrojan de la morada en que nació, ponen cara más afligida que la que él ponía viendo caer entre nubes de polvo los pedazos de cascote. Por aquello de ser hombre no lloraba.
3 He trabajado llamando, mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios. 4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; se han fortalecido mis enemigos, los que me destruyen sin por qué; entonces devolví lo que no hurté. 5 Dios, tú sabes mi locura; y mis delitos no te son ocultos.
Ya no se destrozan una á otra gentes mal armadas, sino centenares de miles de hombres, provistos de los más científicos medios de destrucción los que chocan y se destruyen recíprocamente. Seguramente la humanidad progresa, pero al ver tan espantosos conflictos, hay que dudar algunas veces.
Pasábamos al lado de una obra de esas que hermosean continuamente este país y clamaba: ¡Qué basura! en este país no hay policía. En París las casas que se destruyen no producen polvo. Metió el pie torpemente en un charco. ¡No hay limpieza en España! exclamaba. En el extranjero no hay lodo. Se hablaba de un robo. ¡Ah, país de ladrones! vociferaba indignado.
Así como el individuo se prepara un castigo en el momento de perpetrar un crimen, los gobiernos y los pueblos labran sus futuras expiaciones con la misma hacha de que se sirven para asesinar en nombre de la ley.... ¿De qué sirven la violencia y la venganza, si no destruyen el mal cuando pesan sobre tal ó cual cabeza? De nada.
Esta habitación ha sido abandonada dijo. ¿Habrán sido muertos los propietarios? preguntó Cornelio. Puede ser. Los papúes de la costa y los del interior se odian ferozmente y se destruyen unos a otros en sangrientas batallas; pero añadiré que los papúes son también muy aficionados a emigrar. Pues aprovechemos la ausencia de los propietarios y tomemos posesión de tan segura vivienda.
Pareceme, varones esforzados, Que en nuestros daños con rigor influyen Los tristes signos y contrarios hados, Pues nuestra fuerza y maña desminuyen: Tienennos los Romanos encerrados, Y con cobardes mañas nos destruyen, Ni con matar muriendo no hay vengarnos, Ni podemos sin alas escaparnos.
Palabra del Dia
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