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Actualizado: 24 de junio de 2025
A doscientos metros de la casa se destacaba cual centinela avanzado, el sombrío Puente del suspiro, conocido por entonces, por el del Capricho, nombre que tuvo su origen en el informe que se emitió al ser reconocido y en la extraña y atrevida concepción de su único arco. Registrando crónicas he podido adquirir algunas curiosas noticias respecto al puente que nos ocupa.
Volvió a tomar la dirección Norte, sintiendo en su alma el suplicio indecible que producía la conjunción de dos sentimientos tan opuestos como el anhelo de la verdad y el terror de ella. Al distinguir el motor de noria que se destacaba sobre la casa de las Micaelas, no pudo reprimir un ahogo de pena que le hizo sollozar. El disco no se movía.
Las rizadas hebras que adornaban á Lola se esparcían sobre su sonrosado seno, cuya blancura se confundía con las purísimas mallas del encaje que resguardaba los encantos de la virgen: la suelta cabellera de Hasay, negra cual el palacio de la noche, destacaba las cobrizas y mórbidas formas en que descansaba.
Ni una sola vez se volvió y en el camino polvoriento, su silueta se destacaba visible á quinientos pasos de distancia. Volvió hacia la derecha; tomó un sendero de travesía que conducía al bosque y una vez llegado á la espesura, se sentó, con el álbum sobre las rodillas y permaneció más de una hora sin moverse, como si esperase á alguien, pero nadie llegó.
Acudió esta seguida del diplomático, y un ligero grito que pareció arrancarle la admiración, y le arrancaban en realidad el temor y la sorpresa, se escapó de sus labios a la vista del estuche... Habíale recordado al punto otro enteramente semejante, con la sola diferencia de que sobre el oscuro terciopelo de la tapa de aquel otro se destacaba, bajo una corona de marqués, una caprichosa S de oro mate, y en este sólo se veía en aquel lugar un poco chafado el terciopelo... Tres segundos permaneció, sin embargo, inmóvil, contemplando el estuche, sin osar abrirlo; agrupábanse todos a su alrededor, oprimiéndola y estrujándola contra la mesa, ansiosos de contemplar la maravilla, y no hubo más remedio que apretar el resorte y levantar la tapa...
Llegué a la puerta y al no oír el menor ruido en el interior, me dije: «Ya no encontrarás sino un cadáver.» No, todavía vivía, pero la muerte había puesto ya en ese rostro la marca de sus garras. El cartílago de la nariz se destacaba más, los labios, entreabiertos, dejaban ver los dientes inclinados, los ojos casi desaparecían en el fondo de sus azuladas cavidades.
Buscando con mis ojos la primera casa del pueblo, que antes se destacaba sola, como un centinela avanzado de él, tuve que detener la mirada bastante más atrás, en un edificio del moderno estilo industrial, que arrojaba á borbotones por una alta chimenea el humo espeso del carbón de piedra.
Algún lejano aldabonazo retumbaba allá... en lo más remoto, y sobre las losas el golpe del chuzo del sereno repercutía majestuoso. Amparo se detuvo ante la casa de los Sobrados. Era ésta de tres pisos, con dos galerías blancas muy encristaladas, y puerta barnizada, en la cual se destacaba la mano de bronce del aldabón.
Los muros estaban cubiertos de verdaderos tapices góticos, los estantes llenos de buenos libros, en un testero había un magnífico retrato de familia a cuyos lados brillaban dos panoplias de armas antiguas, y en otro lienzo de pared destacaba sobre el fondo multicolor y borroso del tapiz un santo pintado por Zurbarán.
Oyendo esto, Ramón se arrodilló por despedida ante el umbral del sepulcro, donde dejaba enterrados sus castos sueños de adolescente. Instintivamente acercó sus labios a un manojo de no-me-olvides que se destacaba entre las flores de la niña muerta... Y al besarlo creyó besar los ojos de Lita, creyó besar por primera y última vez los ojos azules de Lita.
Palabra del Dia
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