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Actualizado: 24 de julio de 2025
El ministro notó la caída del papel, pero no se dió por entendido. Leyó su decreto, dijo el prelado que no le gustaba, y el Rey que estaba complacidísimo. Grande era su curiosidad por saber si aquel papel decía algo interesante, y apresuró la despedida del ministro. Quedóse solo y me llamó; juntos leímos el papel, que decía: A las diez; van por fin, Argüelles y Calatrava. No falte usted.
Doña Pepita le puso a Zalacaín delante de su hijo como un salvador, como un héroe. Al día siguiente, Rosita y su madre iban a San Sebastián, para marcharse desde allí a Logroño. Les acompañó Martín y su despedida fué muy afectuosa. Doña Pepita le abrazó y Rosita le estrechó la mano varias veces y le dijo imperiosamente: Vaya usted a vernos. Sí, ya iré. Pero que sea de veras.
Su frase de despedida era siempre la misma: «¡Una noche me quedo!». Ella le recibía con la sonrisa en los labios, fina, cortés, sin asomo de desconfianza, completamente segura de que aquel perdido era inofensivo. ¿Ni cómo sospechar de él, si una de las cosas que hizo fue aumentarle considerablemente la renta en tres o cuatro operaciones bursátiles.
Y Rafael, al pensar en esto, sentía celos, cual si tuviera algún derecho sobre aquella mujer, olvidando la crueldad con que le había dicho adiós. Aquella despedida era su remordimiento. Comprendía que Leonora había sido para él la única pasión; el amor que pasa una sola vez en la vida al alcance de la mano.
La escena siguiente nos representa la despedida de Guzmán y de su esposa; la honradez de este noble matrimonio, expresada con cierto sello de rudeza, así en el fondo como en la forma, característica de la época, está pintada magistralmente.
Además, en el momento de la despedida yo estaré también presente y te infundiré valor. »Le prometí lo que quiso. ¿Qué otra cosa podía hacer?
El lecho desordenado guardaba todavía la huella de su cuerpo... Recordó entonces, como una de esas visiones pálidas de la mañana que animan las últimas horas del sueño, el paso de un cuerpo sobre el suyo con suave precaución; un beso de despedida que le había hecho entreabrir los ojos, volviendo á cerrarlos; el ruido de una puerta...
Buena ocasión me pareció esta para responder al aplauso con un finísimo saludo de despedida y buscar otros horizontes, otras escenas y otras gentes, según correspondía a la vida nueva que iba a empezar para mí.
Y entonces, en ese profundo silencio, Azorín ha dicho: Orsi, toque usted algo de Beethoven... la última sinfonía... estamos solos... Y Orsi ha contestado: Beethoven... Beethoven... Azorín, un poquito de cognac por Beethoven. Y el violoncello, por última vez, ha cantado en notas hondas y misteriosas, en notas que plañían dolores y semejaban como una despedida trágica de la vida.
Su propósito, perseverando en su plan de enmienda y santificación, era despedir también a Pedro Lobo, pero, por lo mismo, tenía mayor empeño en despedir antes a Arturo, para que ni remotamente imaginase el otro que aquel infeliz muchacho era causa de su despedida. Rafaela no se había engañado.
Palabra del Dia
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