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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Así, pues, un número terrestre centraliza los hielos antárticos . En cuanto á nuestro polo ártico, los meses de abril y mayo de 1853 son para él una fecha notable. En abril encontróse el paso que durante trescientos años se buscara, hecho que fué debido á un afortunado exceso de desesperación.
Asombrábase de no haber visto hasta entonces a aquellas mujeres y de no saber siquiera dónde se encontraba su casa de tolerancia. El presidente hizo un gesto de desesperación y dijo al sacerdote: Perdóneme usted... Tozudez semejante... Dispense que la hayamos molestado... El sacerdote saludó y volvió a su sitio.
Y aquella tarde, al lado de Fernando, en la última cubierta del buque, mirando el Océano, repitió con desesperación: El poder demoníaco de la música, que influye en nuestra suerte como antiguamente influían los astros... A él debo mi desgracia, y sin embargo, lo amo.
Ricardo, con sus instintos de clown, procuraba hinchar los carrillos y ponerse aún más colorado. Se le había disipado por completo el mal humor. La cesta no avanzaba poco ni mucho: ambos permanecían inclinados y agarrados a ella sin poder alzarla un dedo del suelo, la una desternillándose de risa y el otro afectando una desesperación cómica.
Quien se ha mudado es él; sus sentimientos son otros, su corazon lleno de amargura derrama la hiel sobre el entendimiento, y este, obedeciendo á las inspiraciones del dolor y de la desesperacion, se venga del mundo pintándole con los colores mas horribles.
Fué varias veces á Valencia á la casa del amo para hablarle de sus antepasados, de los derechos morales que tenía sobre aquellas tierras, á pedirle un poco de paciencia, afirmando con loca esperanza que él pagaría, y al fin el avaro acabó por no abrirle su puerta. La desesperación regeneró á Barret.
Las hembras son más tímidas que los machos y están indefensas. Si se las daña, no saben más que llorar y agitarse dolorosamente lanzando miradas de desesperación.
He aquí la segunda noche que paso en este miserable cuarto, contemplando melancólicamente mi apagado hogar, escuchando, con estupidez, los rumores monótonos de la calle, y sintiéndome en medio de esta gran ciudad, más solo, más abandonado y más próximo á la desesperación que el náufrago que lucha en medio del océano sobre su roto pino. ¡Basta de cobardía!
Al llegar a la casa de Aldeacorba Golfín sintió que su carga se hacía menos pesada. La Nela erguía su cuello, elevaba las manos con ademán de desesperación; pero callaba. Entró. Todo estaba en silencio. Una criada salió a recibirle, y a instancias de Teodoro condújole sin hacer ruido a la habitación de la señorita Florentina.
¡Solterona!... Pues bien, acepto el augurio... 20 de octubre. Con gran desesperación de la abuela, Genoveva me envió al día siguiente los libros prometidos y desde entonces los leo y los devoro. Aunque la abuela dice que estoy ridícula con mis solteronas, la verdad es que las encuentro un serio interés. Mis estudios me deleitan y los continúo.
Palabra del Dia
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