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El Conde cedía con frecuencia a su ascendiente y dejábase arrastrar por él, seducido por lo agradable de la conversación; asombrábase de encontrar un placer que no fuese la caza. Habíase acostumbrado de tal modo a las visitas de Carlos, que el día que éste no iba estaba de mal humor y regañaba con todo el mundo, sin exceptuarme a .

Doña Sol reía de su parquedad, del miedo con que tocaba a los platos y las copas. Gallardo acabó por admirarla. ¡Vaya un diente el de la rubia! Acostumbrado a los remilgos y abstenciones de las señoritas que había conocido, las cuales creían de mal tono comer mucho, asombrábase de la voracidad de doña Sol y de la distinción con que cumplía sus funciones nutritivas.

Asombrábase Miguel de esta trasmutación que en sentía, que él hasta entonces de tal manera no había amado, ni aun creído pudiese ser el amor. En que se relata una aventura que le salió al pavo a Cervantes, cuando a las aventuras de sus amores iba.

Doña Manuela, que le había tenido tanto tiempo a su voluntad, asombrábase ahora ante sus alardes de independencia. Le habían cambiado su hijo, según ella decía con el tono quejumbroso de una madre resignada. Y el tal cambio consistía en haberse negado Juanito varias veces a darla dinero para salir de pequeños apuros. Esto indignaba a doña Manuela.

El doctor asombrábase ante la firme convicción de su primo. Celebraba su optimismo: así, su dicha no correría peligro.

Asombrábase de no haber visto hasta entonces a aquellas mujeres y de no saber siquiera dónde se encontraba su casa de tolerancia. El presidente hizo un gesto de desesperación y dijo al sacerdote: Perdóneme usted... Tozudez semejante... Dispense que la hayamos molestado... El sacerdote saludó y volvió a su sitio.

Era el hijo del comerciante emancipado del mostrador y dedicado al estudio por la ambición del papá. Docto y pedantuelo, algo engreído con los sobresalientes de su carrera y acostumbrado a hacerse oír en casa como un oráculo, asombrábase de que fuera de ella no le rindieran tributos de admiración, y esto le producía tal cortedad, que muchos le tenían por tonto.