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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Es de su hijo.... Malas noticias debió de traer.... Dice así: «Mi querido padre: he llegado á tiempo; y á pocas horas de mi desembarco, estaba deshecha la trampa. Todo era una estafa del Sr. N. Ha burlado atrozmente nuestra confianza. No soñaba en mi venida, y al verme en su casa, se ha quedado como herido de un rayo. He conocido su turbacion, y me he apoderado de toda su correspondencia.

La ocupación de las Filipinas y las Molucas hicieron sin duda por su poca importancia, el que no se atendiera á las islas de los Ladrones, limitándose por entonces su ocupación á la toma de posesión que de ellas hizo el año 1528 D. Alvaro de Saavedra, y más tarde, en 25 de Enero de 1565, en que el intrépido Legaspi á su paso para Filipinas desembarcó en Guajan, en donde mandó celebrar una misa y levantó acta de posesión.

Necesitaba celebrar á su modo la prosperidad del buque. Y de esta prosperidad, lo más interesante para él era poder abusar del aceite y de la caña, sin miedo á recriminaciones en el momento de las cuentas. ¡Cristo del Grao, que durase siempre la guerra!... El tercer viaje de la América del Sur á Europa vino á terminarlo el Mare nostrum en Nápoles, donde desembarcó trigo y cueros.

Con este seguro desembarcó todos los que quisieron ir al Castillo donde Fernan Jimenez habia retirado. Dieronles cincuenta carros, y con doscientos caballos de Turcos y Turcoples de escolta, y cincuenta Cristianos les enviaron al Castillo. A los que no quisieron quedarse, ni con Rocafort ni con Fernan Jimenez, se les dieron barcas armadas hasta Negroponte.

Sin embargo, llegó á las diez, echó el ancla lejos del puerto y el comandante dió órdenes para que el desembarco se hiciese en menos de una hora. Para esto había acelerado la marcha, derrochando carbón. Necesitaba alejarse cuanto antes, en busca del refugio de Hamburgo. Por algo funcionaban los aparatos radiográficos.

Cuando llegó la semana siguiente, encontrábase Arturo en alta mar, y a los veinte días desembarcó en Africa. Figuró entre los primeros en el asalto del fuerte del Emperador, y cayó herido junto a su intrépido amigo el señor de Bourmont, a quien aquella victoria costó la vida.

El general Ortega era un iluso, al que recibía doña Juana con novelesco misterio, vestida de blanco en un salón casi a obscuras, hablándole con voz dulce de ultratumba, como si fuese el ángel del pasado, de la necesidad de volver España a sus antiguas costumbres, barriendo a los liberales y restableciendo el gobierno de los caballeros. «¡Por Dios y por el Rey!...» Ortega fue fusilado en la costa de Cataluña al fracasar su desembarco carlista, y «la Papisa» se quedó en Mallorca, pronta a dar su dinero para nuevas empresas santas.

Con tan reducidas fuerzas formó una poblacion Sarmiento en el mismo sitio del desembarco, y otra llamada San Felipe en un puerto pequeño y hondable mas en lo interior del Estrecho; las que no pudieron subsistir por el abandono con que se miró aquella miserable gente, pereciendo todos, á exepcion de un soldado llamado Tomé Hernandez, natural de Badajoz, que se salvó en una embarcacion inglesa que pasaba por el Estrecho á la mar del sur.

A última hora, la urgencia del desembarco, la necesidad de reunir los equipajes, la visita de la aduana, hacían olvidar a los amigos. Ofrecíanse unos a otros los respectivos domicilios, cruzábanse tarjetas. Las niñas se decían adiós con un conato de lagrimeo. Iba a disolverse todo el mundo.

Eso es una cueva infecta, y los empleados unos infectos, y los que juegan... otros infectos. ¡Todo infecto!... Después de esto se dieron las manos lo mismo que si acabaran de reconocerse. Cuando Miguel, insistiendo en sus buenos deseos, le habló del bombardeo y el desembarco con ametralladoras que llevaba en su imaginación, la duquesa casi aplaudió.

Palabra del Dia

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