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Actualizado: 11 de julio de 2025
Puede ser que me equivoque, y esta gente, convencida de que su defensa resulta inútil, se entregue buenamente... De todos modos, pronto nos veremos. Tendré el gusto de volver á París cuando la bandera del Imperio flote sobre la torre Eiffel. Asunto de tres ó cuatro semanas. A principios de Septiembre, con seguridad. Francia iba á desaparecer; para el doctor, era indudable su muerte.
Mas aunque tanto y tanto se trató luego por los realistas de borrar la participación que el bello sexo tomó en la revolución, no pudieron hacer desaparecer todas las pruebas que esto probaban; así sucedió con el generoso acto que las más principales damas sevillanas llevaron á cabo en 1821 costeando y haciendo con sus propias manos una bandera que regalaron á los Milicianos Nacionales de nuestra ciudad, en que figuraba lo más florido de la juventud; como dice un autor, «dejaban las comodidades y el regalo de su casa para empuñar las armas en defensa de la libertad, sufriendo todas las penalidades y malos ratos de la vida de campaña.»
»Al otro día, es decir, al acabarse aquella eterna noche, Luz estaba más tranquila; y si la fiebre no había desaparecido por completo, debía de estar apunto de desaparecer.
Pensamos en la inquietud íntima de ese espíritu que había visto desaparecer tantas cosas y tantos amores, preguntarse al amanecer de cada día: «¿Será hoy?», e inclinar la frente coronada de plata y sentir el corazón turbado ante la evidencia del angustiador misterio.
Los ojos de Obdulia, inmóvil a la puerta mientras su padre llamaba, le siguieron algún tiempo. Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y quedó inmóvil también algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde aquélla acababa de desaparecer.
La expresión de sorpresa y de vergüenza no acababa de desaparecer por completo del rostro de Lucía; pero esto le prestaba aún más atractivo. La camelia encarnada tampoco se deslizaba de sus manos. Miguel, cada vez más dueño de sí mismo, se atrevió a hacerle seña de que la arrojase: la generala bajó los ojos sonriendo, pero no hizo caso.
Quedando solo en el comedor, Juanillo cerró herméticamente las puertas, las ventanas y los postigos... Lo que así oculto hizo para hacer desaparecer, como si la hubiera comido, tanta carne nauseabunda, mejor es no contarlo, para no meternos en cosas sucias, ni entrar en gabinetes reservados.
La vio desaparecer en el portal, y permaneció aún mucho rato en la acera dominado por el anonadamiento; abstraído en la contemplación de los últimos resplandores del crepúsculo que palidecían más allá de los tejados del Palacio real.
Tan cierto, como que os lo digo, señorita. Y aplicó un escobazo a los restos de legumbres que se hallaban por tierra, y los hizo desaparecer con tanta destreza, como si hubieran representado a los bípedos, blanco de su antipatía.
Se llamaba Mateo González, y servía en el puesto de la calle del Labrador. Pecado le imitaba en el modo de andar. En sus sueños de ambición, no se le ocurría jamás ser general, ni obispo, ni banquero, ni comerciante famoso, sino ser Mateo González. Este, que era ladino, tuvo una idea feliz. Pecado le vio desaparecer, y por un momento tembló de alegría.
Palabra del Dia
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