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Actualizado: 18 de junio de 2025


Hay veces en que, por una aparente alteración del ritmo triunfal, cruzan la historia humana generaciones destinadas a personificar, desde la cuna, la vacilación y el desaliento.

Y como Freya, en vez de marcharse, se dejaba caer de nuevo en el diván con un desaliento que parecía desafiar su cólera, fué él quien huyó para dar fin á la entrevista. Se introdujo en su camarote, cerrando la puerta de golpe. Esta fuga la sacó á ella de su inercia.

Estas derrotas trajeron consigo el desaliento y la desconfianza en las filas españolas; y el 28 de Diciembre los defensores de la plaza de Puerto-Cabello, destituyeron del mando á Monteverde, quien once dias despues se retiraba á ocultar su humillacion en Curazao.

Yo que casi me pierdo en sus brazos, que soy tan pequeña, tan frágil, no sirvo sino para que me protejan; proteger a los otros no es cosa mía... Mira, he reflexionado en todo eso durante largas noches, en las tinieblas, y el desaliento se ha apoderado cada vez más de .

El paso de aquellas gentes lo había destruído todo; no quedaba en el castillo otro alimento que unos pedazos de pan duro olvidados en la cocina. «Y hay que vivir, señor... Hay que vivir, aunque sólo sea para ver cómo los castiga Dios...» El viejo levantó los hombros con desaliento: ¿Dios?... Pero aquella mujer tenía razón: había que vivir.

Yo bien que los libros son la expresión de la sociedad, y que la sociedad sólo a medias es discípula de los libros; pero ¿quién negará que cada uno de ellos es leña echada en el fuego de la concupiscencia, incentivo del general descreimiento, piedra en que tropiezan las voluntades mal inclinadas, ocasión nueva de desaliento para las voluntades marchitas?

Todo el edificio fantástico elevado en el curso de sus diálogos se habían venido abajo por un simple encontrón de la realidad. Y Ojeda salía de esta aventura con una gran inquietud de conciencia. ¿Qué hacer ahora?... ¡Pobre Mina! Ella había sido la primera en darse cuenta de la tristeza y el desaliento que habían seguido a su delirio amoroso.

Usted representa la ley... pues bien... ahí están contando mi dinero. Ea, ea, don Santos basta de desatinos. Y le cogió por un brazo, para llevárselo por fuerza. Porque soy pobre... ¡ingrato! dijo Barinaga cayendo en profundo desaliento. Se dejó arrastrar.

¿Han salido? preguntó extrañado. No, se van a Montevideo... Han ido al Salto a dormir abordo. ¡Ah! murmuró Nébel aterrado. Tenía una esperanza aún. ¿El doctor? ¿Puedo hablar con él? No está, se ha ido al club después de comer... Una vez solo en la calle oscura, Nébel levantó y dejó caer los brazos con mortal desaliento: ¡Se acabó todo!

Si nadie nos espera en el puerto y nos vemos abandonados entre las garras de esos faquines políglotas que zumban alrededor de los viajeros, nuestro primer sentimiento es una mezcla de desprecio, repugnancia y desaliento. La señora Chermidy llegó muy disgustada al hotel de Trafalgar.

Palabra del Dia

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